Madrileño de nacimiento, la guerra civil le sorprende en Soria acompañando a Leopoldo Torres Balbás durante un viaje de estudios con otros cuatro alumnos predilectos de ese notable arquitecto e historiador. Alistado por la fuerza de los hechos en el bando insurrecto acaba el servicio con el grado de teniente de complemento. 1940 es para él un año decisivo pues, además de acabar la carrera, gana la oposición a arquitecto provincial de León donde se radica definitivamente, en compañía de su amigo y compañero de estudios, el santanderino Prudencia Barrenechea con quien trabaja en colaboración durante 10 años.
La plaza de arquitecto de la Diputación, que desempeñó hasta su jubilación, le procuró un papel relevante desde el punto de vista profesional e incluso político pues fue designado concejal del Ayuntamiento de León, por el cupo reservado a las corporaciones.
Su sensibilidad hacia el patrimonio arquitectónico heredado, patente por la familiaridad con Torres Balbás, debió facilitarle la asimilación de los principios estilísticos implícitamente vigentes en la posguerra pues sus proyectos de esa época demuestran un manejo cómodo de los recursos historicistas y la composición clásica.
A principios de la década de los 60 ganó el concurso para el diseño del hotel Conde Luna en reñida competición con el resto de los arquitectos de León. En esta fase, su obra vira hacia un “moderno contenido”, basado en la asimetría y la disposición rítmica de elementos repetidos, siempre con un aquilatado sentido de la proporción.
El desempeño profesional en la Diputación provincial, sus propias inclinaciones disciplinares y el azar -que nunca es ajeno- le deparó el destino de ser el continuador, cuatro siglos después, del arquitecto renacentista Juan de Ribero Rada pues le cupo la responsabilidad de intervenir decisivamente sobre el Palacio de los Guzmanes (1973) y la Casa de Carnicerías (1990).
Felipe Moreno Medrano era una persona menuda, con merecida fama de profesional meticuloso y exigente, que ejercía de modo artesano, dirigiendo las obras a la antigua usanza, por ejemplo, con la ayuda de diestros dibujos de los detalles constructivos que trazaba directamente sobre las paredes inconclusas del edificio.
PALACIO DE LOS GUZMANES
Este imponente palacio representa no sólo una exhibición del poderío de su promotor sino también de los conceptos ideológicos renacentistas, entre los que destaca el culto a la individualidad y el deseo de diferenciación en el marco de una sociedad estamental, jerarquizada socialmente.
HOTEL CONDE LUNA
CASA DE CARNICERÍAS
La constante pugna comercial durante la Edad Moderna entre el Cabildo catedralicio y el Concejo ha dejado varios testimonios en la ciudad.
CONSERVATORIO
La gran manzana que alberga el Conservatorio, la Biblioteca Pública, Correos, el edificio Fierro o el Instituto de Higiene es la herencia urbana de una efímera Real Fábrica de tejidos e hilados que se estableció en León en tiempos de Fernando VI -el segundo Borbón-, y del gigantesco hospicio promovido por el
CASA Pº FACULTAD nº 21
En una primera impresión, este sencillo y elegante edificio destaca, paradójicamente, porque se ha quedado pequeño en comparación con los demás inmuebles que forman el frente de la manzana, desde el chaflán de la calle Modesto Lafuente al paseo de Lancia.