Barcelonés, ya de estudiante demuestra una brillantez admirable. Premio Extraordinario Fin de Carrera (1953), pensionado en la Academia de Bellas Artes de Roma (1955-1957), doctor (1962), catedrático de proyectos de la Escuela de Madrid (1965) y subdirector de la misma (1967) por citar algunos de sus innumerables méritos.
Como proyectista no va a la zaga, con una trayectoria fulgurante que encadena una lista muy notable de edificios, entre otros, la torre de viviendas en la Plaza de Cristo Rey de Madrid (1954), la actual Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona (1959) o el Pabellón de España en la Feria Mundial de Nueva York (1963) que mereció toda clase de reconocimientos internacionales.
Carvajal pertenece a las primeras generaciones de arquitectos españoles plenamente insertos en la modernidad, una vez abandonados los vanos anhelos autárquicos del primer franquismo, y que se caracterizan por sus inquietudes cosmopolitas y vanguardistas. Adepto al uso de formas geométricas precisas y escuetas, así como a materiales desnudos, que exhiben sin tapujos sus colores y texturas, maneja un lenguaje compositivo lacónico, que con frecuencia deviene hermético, complementado con la preferencia hacia las disposiciones introspectivas.
Además de la sede de la aseguradora Adriática en el Paseo de La Castellana o el Zoológico de la Casa de Campo (1968), por citar algunos ejemplos, diseñó una buena colección de mansiones para clientes adinerados, incluyendo su propia casa en Somosaguas donde el cineasta Carlos Saura filmó la película “La Madriguera” (1969), título muy acorde con algunos rasgos de la arquitectura de Carvajal que, por cierto, también se vio sometida a intensa crítica pública con el proyecto de la Torre de Valencia en Madrid (1970) debido a la aparatosa emergencia visual del edificio sobre la Puerta de Alcalá vista desde Cibeles.
En la primera mitad de la década de los 70 los dioses le otorgan el don de la ubicuidad, a la cátedra de Madrid suma los cargos de director de las Escuelas de Arquitectura de Barcelona (1972) y de Las Palmas (1974), profesor de la Escuela de Urbanismo del Instituto de Administración Local (1971), de la Universidad de Navarra (1976), Decano del Colegio de Arquitectos de Madrid (1971-1975), Comisario del Ministerio de Educación y Ciencia, para la reforma de las enseñanzas de arquitectura en España (1974), Director General de Ordenación del Turismo (1975), etc. Tanta relevancia pública, unida a su conocida ideología ultraconservadora, el parentesco político con un fundador de Falange Española y un carácter con raptos de intemperancia le granjeó la etiqueta de bestia negra de arquitectos y estudiantes antifranquistas. Tal es así que a finales de los 70 se instituyó en la Escuela de Arquitectura de Madrid un sistema de cátedras de Proyectos, llamadas “verticales”, con el indisimulado e injustificado propósito de posibilitar que los alumnos eludieran su ejercicio docente.
La instauración de la democracia parlamentaria le supuso una condena al ostracismo, que intentó paliar con proyectos en el Chile gobernado por Pinochet o las monarquías absolutistas del golfo Pérsico. Superada por la sociedad española la fase de politización aguda, Carvajal retomó el ejercicio en su país aunque con menos brillantez. Destaca en esta fase final la Biblioteca Central de la Universidad de Navarra (1995).
Un año antes de morir la institución representativa de los arquitectos españoles le concedió su máximo galardón (2012).
BIBLIOGRAFÍA
J. Carvajal, arquitecto, Servicio de Publicaciones del COAM, Madrid, 1991.
Javier Carvajal, Editorial Munilla-Lería, Madrid, 2000.
COMPLEJO SANTO DOMINGO
El nombre del Complejo, y de la plaza, viene de un convento fundado extramuros en 1261 por iniciativa real que más tarde pasó el amparo de la nobleza local, los Guzmanes, Duques de Toral en concreto.