TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)

Promotor/es: 
Telefónica-ITT
Fecha del proyecto: 
1931
Avda. Padre Isla nº 16
TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)
Fachadas
  • TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)
  • TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)
  • TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)
  • TELEFÓNICA-ITT (ANTIGUO)

Introducción

Del original sólo subsiste la fachada, parcialmente modificada. En el momento de su construcción, este edificio de porte más bien modesto fue muy importante, pues representaba el no va más de la modernidad, albergue y símbolo de inventos técnicos punteros que estaban cambiando de raíz los sistemas de comunicación.
Se nota la matriz norteamericana de la empresa promotora pues el proyecto ofrece un grado de precisión y detalle sobresaliente, con prolijos planos a escala 1:50, que contrastan con la parvedad de los documentos técnicos coetáneos.
En 1949 se amplió con uno de los autores iniciales -José Mª Samper- al cargo, además del arquitecto Paulino Gayo Notario. El otro redactor del proyecto original -Ignacio de Cárdenas-, purgaba en esa fecha su adscripción al bando leal durante la Guerra Civil con una inhabilitación para el ejercicio profesional.

Descripción y análisis

Los edificios son bastante más dinámicos de lo que se piensa. Este, sin ir más lejos, acumula sobre sus espaldas tres fases de construcción.
Corresponde a la primera, la fachada del cuerpo inferior, en la totalidad del frente a Padre Isla y la mitad del que mira a Lope de Vega, hasta la puerta. Detrás de estos poderosos lienzos se desarrollaba un edificio en dos niveles, con la planta baja destinada a zona de servicio al público y la superior, diáfana, alojando los elementos técnicos.
Constructivamente estaba resuelto con estructura portante de hormigón armado, cuidadosamente especificada en los planos, y una cubierta en forma de azotea que, sin lugar a dudas, debió impactar en una ciudad atrapada entre el conservadurismo y un clima inclemente, que no invita a las innovaciones allí donde la incidencia de los meteoros es más intensa. Sin lugar a dudas, este rasgo juega un papel protagonista, principal responsable del aire de modernidad, pues bien miradas, las fachadas no transmiten precisamente una sensación de ligereza, propia de la arquitectura del siglo XX. Todo lo contario, más bien parecen unos sólidos muros carga. Su composición es ambigua, ni tradicional ni moderna, y en cierto modo equívoca, pues fragmenta el edificio en dos partes, que no tienen correspondencia funcional en el interior, mediante dos alzados netamente desiguales. De disposición horizontal el que da a Padre Isla mientras que el otro lado prima la verticalidad de las columnas de huecos. Sobre esta organización geométrica se superpone una especie de “labor de retazos” a base de la combinación de tres materiales de acabado -ladrillo rojo a cara vista, granito gris sin pulir y revoco- que se engarzan con una factura esmerada, como se pone de manifiesto en la fábrica de ladrillo a base de hiladas alternadas sobresalientes, o las jambas de las ventanas inferiores, resueltas con un sutil remetido.
La carencia de tejado visible se enfatizaba con una barandilla metálica -etéreo remate de las fachadas-, complementada con tres mástiles situados en un lateral de la esquina, que servia de contrapunto vertical. Estos elementos, lamentablemente eliminados, estaban encargados de conferir un aspecto, entre institucional y fabril, a un volumen que no se distinguía mucho de un chalet grande.
Veinte años después se amplió, ocupando la práctica totalidad de la parte libre de la parcela, que daba a la calle Lope de Vega. Los arquitectos acometieron la prolongación de esa fachada mediante la conversión de la puerta -antes situada al final- en el elemento central de alzado, flanqueado por dos lienzos los suficientemente similares como para inducir una sensación de simetría. Esta solución  descompensó la relación entre las dos caras del edificio, otorgando a la más larga una condición frontal, antes inexistente, mientras que la fachada a la calle Padre Isla quedaba como una suerte de paño lateral. Aún así, el añadido se ejecutó primorosamente, con el mismo nivel de calidad que el original, del que prácticamente no se distingue.
Durante la primera década del siglo XXI, se demolió todo el edificio menos las fachadas. Una operación traumática aunque justificada por la conveniencia de resolver la articulación volumétrica con vecinos mucho más altos.
En esta ocasión no se recurrió a la mimesis, sino al contraste, mediante el retranqueo de las plantas suplementadas y un tratamiento neutro de los acabados de los nuevos cerramientos, con vidrio traslúcido, que desempeña un papel de fondo sobre el que se recorta la figura de la fachada heredada, un poco achatada por la pérdida de la barandilla de coronación y los mástiles. No obstante, la estrategia basada en la discreción funciona razonablemente bien, aunque tal vez sobran algunos gestos de protagonismo innecesario, como unas relucientes marquesinas metálicas, o la disposición aleatoria de los huecos en el lienzo que resuelve la conexión con el edificio vecino, por el lado de la calle Padre Isla.

Bibliografía

E. ALGORRI GARCÍA; R. CAÑAS APARICIO; F. J. GONZÁLEZ PÉREZ: León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de Arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de León, León, 2000, pp. 170-171.

M. SERRANO LASO: La arquitectura de León entre el historicismo y el racionalismo. 1875-1936, Universidad de León, León, 1993, pp. 112 y 114-115.