TEATRO EMPERADOR

Promotor/es: 
Empresa Leonesa de Espectáculos SA. ELDE
Fecha del proyecto: 
1946-1949
C/ Independencia nº 14
C/ Santa Nonia y C/ Puerta de la Reina
TEATRO EMPERADOR
Fachada a C/ Independencia
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Introducción

Por cronología, tamaño y pompa, la construcción del Teatro Emperador culmina la expansión de la empresa que monopolizó la exhibición cinematográfica en León, y por ende las representaciones teatrales, hasta el comienzo de los años 70 del siglo XX.
El hábito de “ir al cine”, mayoritaria actividad de ocio y relación social durante el período que va desde  la Guerra Civil hasta la generalización televisiva, dejó en la ciudad un importante legado compuesto por un nutrido número de notables edificios -hoy en su totalidad demolidos o en desuso- que hasta finales del siglo XX desempeñaron el papel de principal equipamiento urbano para la celebración de actos públicos o de espectáculos teatrales, musicales, etc.
El expediente municipal testimonia una historia compleja. Hay un primer proyecto firmado en diciembre de 1946 por Manuel de Cárdenas y su hijo Gonzalo que ocupa únicamente la mitad de la parcela y plantea una función exclusivamente cinematográfica con una capacidad para 1.378 espectadores (882 en el patio de butacas y 496 en el anfiteatro) que acceden de manera segregada, llevando al límite la distinción entre el público de postín y la plebe del gallinero.
Sin embargo, tres meses después, en febrero de 1947, se presenta una solicitud de “vaciado y sostenimiento de tierras” que contiene un plano único, de cimientos, anticipando una nueva distribución que abarca la totalidad de la manzana.
Con escasa dilación, un nuevo proyecto, ya completo, define un gran edificio, complejo desde el punto de vista funcional pues a los usos de concurrencia pública se suman otros terciarios y residenciales. La sala adquiere entonces una naturaleza polivalente, para representación teatral y proyección cinematográfica, con una capacidad prácticamente igual a la inicial, de 1.367 plazas distribuidas del modo siguiente: 670 en el patio de butacas, 264 en el entresuelo, 383 en el anfiteatro  y 50 en 10 palcos.
Finalmente, un último proyecto de fecha diciembre de 1949, que incorpora la firma del arquitecto local Francisco J. Sanz, aumenta en dos pisos el torreón del chaflán “cumpliendo con el deseo expresado por el Excmo. Ayuntamiento de León de que se diese al Teatro en construcción en la calle Independencia mayor empaque y altura que hermosease la plaza...”.

Descripción y análisis

El Teatro disfruta de una ubicación urbana estratégica pues con la manzana vecina por el sur forma una cuña de equipamientos (Conservatorio Provincial, Biblioteca Pública, Correos, dispensario, edificio Fierro) que resuelve el acuerdo geométrico entre la traza ortogonal del Ensanche y la cerca medieval que delimita la ciudad antigua por su lado de poniente.
Como ya se ha señalado, el chaflán frontal tiene una potente presencia como fondo del primer tramo de la calle Independencia que a la vez articula la bifurcación de la calle Santa Nonia.
En la planta contrasta la forma de herradura de la sala, insertada en el centro, con el contorno poligonal, similar a un ataúd. La sintaxis entre ambas geometrías libera en las esquinas unas zonas que se ocupan con edificios de pisos, destinados a los usos terciarios o residenciales, independientes entre sí.
Dado su carácter polivalente, la organización de la sala viene condicionada por el muy difícil compromiso entre las exigencias propias del teatro, que aconseja una disposición focal de la platea frente al paralelismo de las filas de butacas con la pantalla, propio de la proyección de cine. En esta disyuntiva los arquitectos se decantaron por la función dramática adoptando la forma de herradura, típicamente teatral aunque intentan corregir las desventajas para el espectáculo cinematográfico con el alineamiento de las butacas en el entresuelo y el anfiteatro.
Paradójicamente el escenario es raquítico, de 13 m de ancho, 10 de fondo y una reducida altura libre, insuficiente para cualquier tipo de representación.
Por lo demás, la distribución es convencional, con la sala en el cogollo del edificio, envuelta por los elementos de servicio y comunicación -horizontal y vertical-, dimensionados según las exigencias normativas propias de los locales de reunión pública, aunque aplicadas con un rigor relativo porque alguna de las escaleras de subida al entresuelo tiene cabezada, es decir, una altura insuficiente.
La imagen externa, perfectamente simétrica, enmascara la diversidad interna. Los huecos que corresponden al teatro adoptan formas y proporciones domésticas con objeto de asimilarse con sus homólogas de los usos residenciales y terciarios, sacrificando en cierto modo su funcionalidad. A partir de esta premisa, el lenguaje arquitectónico elegido es el predominante de la época: un neohistoricismo evocador de pasados imperiales, simétrico, severo, bien proporcionado y moderadamente ornamentado en puntos singulares.
Las fachadas se fragmentan en la clásica división tripartita. El zócalo, de una planta, se asocia íntegramente al uso de pública concurrencia. En los tres lados principales se remata con otras tantas marquesinas para resguardo de la gente congregada en la calle. El entablamento, o franja central, se compone en vertical, agrupando los huecos en varias series de columnas, correspondientes a cada uno de los tramos del alzado. Las cajas de escalera se iluminan con un hueco rasgado, velado por una celosía moldeada en situ, que acentúa la verticalidad a la vez que ofrece un contrapunto a la uniforme generalidad.
En los cuerpos bajos la cornisa se forma con el faldón amansardado de la cubierta, acabado con  pizarra, según la moda neoherreriana, y dotado de buhardillas que establecen una referencia con la composición de huecos en el paramento inferior. En la torre del chaflán la cornisa se desdobla en dos plantas enmarcadas por potentes líneas de molduras, coronadas con un pináculo con las mismas reminiscencias escurialenses.
La fachada trasera se concibió bajo la errónea idea de que el solar de enfrente, de titularidad pública, fuera dedicado a zona ajardinada. En su resolución estilística ofrece muchas concomitancias con el cine Trianón lo que induce a otorgar mayor peso del reconocido a la aportación de Sanz pues al fin y al cabo era quien residía en León mientras que los dos Cárdenas estaban establecidos en Madrid, además de que Manuel, el mayor de ellos, ya tenía entonces una edad provecta.
El interior de la sala conserva prácticamente intacto el estado original, caracterizado por el despliegue de oropeles y ornamentos que simulan una nobleza ficticia que en realidad se materializa a base de escayolas, pinturas doradas y cortinajes de seudo terciopelo.
Como curiosidad, los dos palcos más próximos al escenario por el lado izquierdo, mirando desde la platea, se agruparon para formar un palco preferente que incluso lleva incorporado un aseo dotado de bidet aunque, con una solución muy forzada y poco congruente con el presumible deseo de intimidad, se ventila a través de los urinarios masculinos contiguos. Aun así este detalle resulta muy revelador del auténtico cometido funcional de estos cubículos, al amparo de la penumbra, en aquella época marcada por el puritanismo y la hipocresía. No sería de extrañar que esos tapizados y cortinajes atesoren buena parte del ADN de la burguesía leonesa.

Bibliografía

E. ALGORRI GARCÍA; R. CAÑAS DEL RÍO; F. J. GONZÁLEZ PÉREZ: León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de León, León, 2000, pp. 152-155

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Hoy por hoy León (21.10.2010)