Introducción
Previamente al desarrollo del proyecto se tantearon varias localizaciones. Así, en julio de 1965, el arquitecto Efrén García evacuó un informe sobre las opciones posibles que variaban entre la margen derecha del Bernesga -desaconsejada por excesiva proximidad a las vías del tren-, enfrente, a uno u otro lado de las instalaciones del Casino, en la carretera de circunvalación o en el entorno del matadero. Como conclusión se decantaba por Papalaguinda, en los terrenos contiguos al Casino por el norte. La propuesta no acaba de cuajar y el arquitecto municipal, Prudencio Barrenechea, en otro informe fechado un mes después, recomienda el espacio entre el Casino y la Plaza de Toros. Finalmente la corporación municipal no hace caso a ninguno y en sesión celebrada el 14.10.1965 acuerda el emplazamiento donde finalmente se construyó, en contra del criterio expreso de Efrén García, al que encarga el Proyecto, tal vez por el aval de la experiencia adquirida en el gimnasio municipal de Lugo. La relación entre las partes del contrato no fue fácil. En la memoria del proyecto, Efrén García reitera tozuda e innecesariamente su opinión sobre la inconveniencia del lugar escogido y una vez entregado, el 07.12.1967, mediante acta notarial requirió al Ayuntamiento la devolución de los ejemplares a la vez que no autoriza “el uso del aludido proyecto sin su permiso expreso” acogiéndose al derecho de propiedad intelectual. Con toda probabilidad tras este conflicto anidaban desavenencias por el monto de los honorarios. Ya fuera causa o efecto, lo cierto es que el Ayuntamiento prescindió de Efrén García y encargó la dirección de la obra al arquitecto municipal.
La financiación se dividió en cuatro lotes repartidos entre el Ayuntamiento (4.292.000 ptas), Diputación (4.340.000 ptas), una subvención de la Delegación Nacional de Deportes (6.120.000 ptas) y un préstamo (6.120.000 ptas).
La obra también discurrió por cauces problemáticos. Nada más empezar, se planteó la necesidad de profundizar más de lo previsto el pilotaje de la cimentación, con un sobrecoste del 2% del presupuesto total. Ya al final, una tormenta delató las imperfecciones de la cubierta, que fue objeto de una remodelación integral en 1973. Entre medias se sucedieron varios presupuestos adicionales con una repercusión del +25%, además de otros gastos complementarios para instalar, por ejemplo, el video-marcador y un sistema de calefacción mediante aparatos Aerotemper.
El pabellón se amplió en 1992 para aumentar el aforo, en consonancia con la expectación generada por equipos locales de baloncesto y balonmano que en aquel momento militaban en la máxima categoría de sus respectivas ligas.
Descripción y análisis
El pabellón es un edificio concebido a partir de su sección, para una capacidad de 2.961 espectadores, sentados en dos gradas desiguales y enfrentadas, dentro de una envolvente coronada por una gran cubierta a un agua.
Bajo la grada más grande -la oriental-, en semisótano, se ubican las dependencias deportivas complementarias: vestuarios, gimnasio de 21,6 x 10,5 m2, almacenes y enfermería. Al otro lado de la pista, la vivienda del conserje, camerinos y almacén de decorado pues se preveía un uso polivalente, susceptible de albergar espectáculos públicos.
Al interior, juega un papel protagonista el esqueleto resistente de hormigón armado, que conforma los graderíos y da soporte a la estructura de la cubierta, resuelta con una novedosa solución, para la España de entonces, mediante una malla espacial de tetraedros, montada con tubos y nudos de acero, que constituye unos de los modelos más eficientes para salvar grandes luces con la menor cantidad de material y peso propio.
Al exterior, el edifico se erige como un volumen compacto y unitario. La fachada al río, que recibe al público, es liviana, acristalada en su mayor parte, a la vez que deja patente el esqueleto en hormigón armado de la grada que se proyecta en voladizo para resguardar los accesos. Los dos testeros repiten la exhibición desnuda de los elementos estructurales, cuajando los paños con fábrica de ladrillo a cara vista o vidrio traslúcido en los correspondientes a la pista de juego. Por su parte, en la fachada occidental, un pórtico formado por escultóricos soportes, también de hormigón, canaliza las aguas pluviales que se depositan sobre la gran cubierta de un sólo faldón, acabada con placas de Uralita Granonda -hoy sustituidas por chapa metálica-, sujetas con ganchos y selladas con cordones asfálticos. Esta composición constituye la imagen más expresiva del edificio en una suerte de recreación de los arbotantes góticos que también desempeñan simultáneamente funciones resistentes y de desagüe.
La ampliación promovida en 1992 añadió 1.834 asientos, aparte de entradas y dotaciones complementarias, en dos fondos que se adosaron al edificio original a modo de orejas, por utilizar una analogía antropomórfica. Para ello, se eliminaron los pilares intermedios de los pórticos de los testeros en una delicada intervención de cirugía estructural consistente en el traslado de la función portante a unas vigas de gran canto que obligan a levantar la cubierta de estas dos nuevas alas por encima del faldón original, dando lugar a un volumen atípico y desafortunado, si bien es cierto que la solución no era fácil por el carácter cerrado y unitario del edificio.
Tampoco ayuda a la integración el empleo en los añadidos de revocos cuando el lenguaje elegido por Efrén García se basaba en el recurso a fábricas desnudas, ni las robustos carpinterías de aluminio lacado en puertas y ventanas que contrastan con la liviandad de los perfiles de acero que desempeñan la función homóloga en la parte antigua.
Otros datos
Ampliación:
- Arquitecto: Miguel Martínez Puente.
- Fecha del proyecto: Mayo de 1992.