Introducción
Dos rasgos nítidos distinguen a esta iglesia: está inserta en una manzana de edificios residenciales e internamente es un espacio con planta de forma ovalada. Ambos están íntimamente relacionados pues la elección de un volumen exento, de formas curvadas, persigue sin lugar a dudas la distinción por contraste respecto de la geometría ortogonal de los volúmenes vecinos.
Descripción y análisis
Las iglesias de planta ovalada atesoran una apasionante y rica genealogía.
Durante el siglo XV, en la Italia renacentista se abre camino la idea de planta central, por oposición a la tradicional de cruz latina, apoyada en la filosofía platónica que ve en el círculo la figura geométrica perfecta, expresión, por tanto, de la sublimidad divina.
Propugnaron esa asociación los arquitectos más notables del renacimiento en su fase de madurez, tales como G. B. Alberti, Bramante, Serlio, Leonardo o Miguel Ángel.
Ya en la segunda mitad del siglo XVII, en pleno barroco -estilo propenso a una concepción dinámica del espacio-, las plantas centrales devinieron óvalos o elipses.
Coetáneas, y distantes no más de 200 metros, dos magistrales iglesias romanas ofrecen una muestra inigualable de la principal disyuntiva en la organización de la planta, según se localice el altar en un extremo del eje largo o del corto. Hablamos de San Carlo alle quatro fontane (C. Borromini, 1664-1680) y Sant´Andrea al Quirinale (G. L. Bernini, 1658-1670).
Esta iglesia de San Juan de Regla emparenta con San Carlo por el emplazamiento dentro de una manzana, adosada a otras construcciones, y con Sant´Andrea por la disposición de la entrada y el altar en los extremos del eje corto.
Por el contrario, se distancia de las mismas en el tratamiento de la iluminación natural que es muy tenue, por no decir penumbrosa, en contraposición a la preferencia barroca hacia la luz cenital, y escenográfica, propagada por medio de techos con forma de cúpula, metáfora, por otra parte, de la bóveda celeste.
En el interior destaca un friso realizado con tablones acanalados de madera que forman una especie de orla levitante, a la par que sirven de antepecho al pequeño coro situado encima de la entrada.
Al exterior, el óvalo se manifiesta con un volumen rotundo y ciego, de hormigón desnudo, que da soporte a una cruz connotativa de la función del edificio, y denotativa de los problemas semánticas de la arquitectura religiosa contemporánea, obligada al empleo de estos recursos iconográficos, dado que no ha llegado a consolidar una tipología reconocible a falta del campanario, reducido en este caso, probablemente por los condicionantes del entorno, a una especie de jaula artística, colgada de un muro lateral, que sólo cumple un cometido simbólico, y a duras penas.
La presencia urbana de la iglesia, acogotada por los vecinos que la escoltan, gana mucho con la pradera que tiene delante, a modo de verde y alfombrada bandeja, que a sus beneficiosos componentes visuales suma la animación social de un espacio funcionalmente exitoso
Debajo de la iglesia, en un sótano rodeado por un patio inglés, se sitúa el centro parroquial al que puede accederse a través de una aparatosa rampa, muestra fehaciente de las dificultades para dar cumplimiento de modo airoso a las normas de supresión de barreras arquitectónicas.
Bibliografía
E. ACOSTA PÉREZ; M. GIL-FOURNIER ESQUERRA; M. JAENICKE FONTAO: Guide to contemporary architecture in Leon, Decolesa-Actar, León, 2011, pp. 78-79.