IGLESIA DEL SALVADOR

Promotor/es: 
Diócesis de León
Fecha del proyecto: 
1996
Paseo de Quintanilla
IGLESIA DEL SALVADOR
Fachada occidental

Introducción

La iglesia del barrio de la Palomera, conocida con el nombre de El Salvador, es la heredera de la antiquísima parroquia que en los archivos catedralicios figura con la denominación de San Salvador del Nido de la Cigüeña, cuyo templo fue demolido a comienzos de la segunda mitad del siglo XX, dejando el vacío urbano que hoy es una tranquila y recoleta plaza que lleva ese nombre, situada en las proximidades del Caño Badillo, entre la plaza Mayor y el barrio del Egido.
Forma parte de la tanda de nuevos centros religiosos que se levantaron en León al socaire de la expansión de la ciudad durante las dos últimas décadas del siglo XX en los terrenos que el Plan General de Ordenación Urbana clasificaba como Suelo urbanizable, desarrollados a través de los correspondientes Planes Parciales, que preveían estos equipamientos.

 

Descripción y análisis

Situada en una encrucijada, dando frente a una rotonda, la parcela tiene una holgada extensión de 2.475 m2. El templo totaliza 800 m2 construidos, aproximadamente, y se articula en forma de tres cuerpos enlazados que dejan en el medio un pequeño patio interior.
El principal es el espacio de culto, de tamaño ajustado -369 m2- y nave única, como es pauta habitual en la arquitectura religiosa del siglo XX, consecuencia de la disponibilidad de técnicas constructivas que permiten salvar grandes luces con facilidad, obteniendo de este modo espacios diáfanos. En este caso concreto se utilizaron vigas autoportantes prefabricadas, de hormigón armado en sección de doble T, una solución característica de las construcciones fabriles. Con una capacidad para 240 fieles sentados en bancos corridos, la nave tiene 15,5 m de ancho y el presbiterio en el lado SO, es decir, contraviniendo la disposición canónica del altar a naciente, hecho llamativo si tenemos en cuenta las dimensiones de la parcela y la condición aislada del edificio.   
Por el lado izquierdo, mirando hacia el altar, sobresale un cuerpo curvilíneo que señala externamente la posición del baptisterio y por el lado opuesto se adosa una capilla secundaria, que el proyecto llama “penitencial”, de planta circular y 60 m2 de superficie. Finalmente, en la esquina NO se sitúa el tercer volumen que alberga la sacristía, el despacho parroquial en la 2º planta y las instalaciones en el sótano. Entre éstas destaca la calefacción por aire caliente, con impulsión y extracción desde el suelo, una dotación que la feligresía con seguridad agradece, sobre todo aquellos acostumbrados a la penitencial frialdad de las iglesias antiguas.
El principal desafío arquitectónico de estos nuevos equipamientos religiosos edificios radica principalmente en la consecución de una expresividad icónica que los signifique en un entorno poco favorable, con edificios del mismo tamaño, o más grandes. Ante ese problema, los arquitectos adoptaron la comprometida decisión de recurrir en el acabado de las fachadas a un material propio de la arquitectura residencial ordinaria, como es el ladrillo a cara vista de tamaño, color y textura convencional, muy parecido a los que conforman la imagen de los bloques del entorno. 
A pesar de habérselo puesto difícil ellos mismos, salen bastante airosos del reto, especialmente en la visión frontal de la iglesia, si bien es cierto que ayuda su emplazamiento en un punto singular de la trama urbana.
Esta estampa frontal se compone de cuatro elementos: un atrio de escala monumental; un zócalo apaisado con un acabado diferente -aplacado de piedra- que en un extremo aloja el vano de entrada a la iglesia; un hueco acristalado en forma de cruz que se recorta en el lienzo de fachada y un esbelto y sencillo campanario que enriquece la composición con un contrapunto vertical. Lamentablemente un árbol, plantado delante, tapa desde muchos puntos de vista este último elemento.
La cubierta de la sacristía tiene forma cilíndrica, revestida con chapa de cobre. Las restantes no son patentes desde la calle y están resueltas con chapa de acero grecada y lacada, es decir, con el material habitual de las naves agrícolas e industriales. De todos modos y aunque pasen desapercibidas para el viandante, Dios las ve, que diría el arquitecto Óscar Tusquets, al igual que los habitantes de los pisos altos de los edificios circundantes.
Ya dentro, se echan en falta unos lucernarios cenitales que el proyecto preveía sobre el altar.
Años más tarde la parroquia se ha completado con un edificio social adjunto que mantiene el mismo estilo y las fachadas de ladrillo.

Podcast

Hoy por hoy León (05.12.2019)