IGLESIA DE SAN MARCOS

Promotor/es: 
Orden de Santiago / Fernando II de Aragón
Fecha del proyecto: 
1512 / 1532
Fecha de inaguración: 
1541
Plaza de San Marcos nº 7
IGLESIA DE SAN MARCOS
Fachada
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Introducción

La iglesia de San Marcos no tiene el reconocimiento público que merece por sus valores históricos y arquitectónicos porque no se considera individualmente, sino subsumida, por así decirlo, en el conjunto de San Marcos, aunque se trata de un edificio magnífico además de excepción tardogótica dentro de un contexto renacentista y barroco.

Historia

El convento de San Marcos se remonta al siglo XII, poco antes de la fundación de la Orden de Santiago por bula del Papa Alejandro III promulgada en 1175, a la que acaba adscrito como sede central en el reino de León. Del edificio medieval no queda ningún vestigio aunque se sabe que la iglesia tenía planta basilical, con tres naves y cabecera compuesta de capilla mayor y dos ábsides laterales. Estaba cubierta con una techumbre de madera pintada.
El nuevo convento se construye a partir de 1513, a partir del Capítulo de la Orden celebrado en Valladolid bajo la presidencia de Fernando II de Aragón (el Católico) en su condición de Gran Maestre.
El encargo inicial de las trazas, en la persona de Pedro de Larrea, maestro de la iglesia de Alcántara, quedó frustrado por incumplimiento de los plazos. Aunque no hay constancia documental de lo que sucedió después, desde 1515 hasta 1531, un tal Juan de Horozco figura como “maestro de San Marcos”. W. Merino defiende que Horozco continuó en el cargo hasta la terminación de la iglesia en 1538. M. Gómez Moreno le atribuye incluso la decoración de la fachada. Investigaciones posteriores atribuyen a Horozco, además de la iglesia, un lado del claustro y la parte baja de la fachada del convento.
Por los Libros de Visita se sabe que en 1528 se habían ejecutado la capilla mayor, los arcos del crucero y estaba cerrándose el perímetro, hasta la altura de los capiteles. El año siguiente se inician las bóvedas de crucería de la nave central y se colocan las vidrieras de la cabecera.
En 1532, Martín de Villarreal, aparejador de la fábrica, emite un informe descriptivo del avance de la obra: el interior está concluido, se han cerrado 10 ventanas con vidrieras (Alberto de Holanda y Francisco de Valdivieso) y está levantándose la fachada y los cuerpos inferiores de las dos torres.
Ese mismo año Juan de Álava sustituye a Horozco, tal vez por muerte o enfermedad, que trabaja en el hastial sur y la coronación de la fachada, dando un giro estilístico más proclive al renacimiento. El templo se consagra el 3 de junio de 1541, tal como reza una lápida inserta en la torre oriental.

Descripción y análisis

La iglesia es de nave única, con cinco tramos, capillas laterales entre los contrafuertes, y cabecera trapezoidal. Su rasgo más destacado, y propio de la fecha de construcción, son los techos de bóveda de crucería, es decir, de bóvedas construidas con nervios que se entrecruzan formando tupidas figuras geométricas cuyos intersticios se rellenan con paños llamados plementos.
La traza repite modelos de otras iglesias construidas durante el reinado de los “católicos”, encuadrada en una escuela de transición entre el gótico tardío y un incipiente renacimiento que en España se implanta con mucho retraso.
La orientación no es canónica, pues el altar está al norte, condicionada por la ubicación y el vado del Bernesga, perpendicular al cauce, que define una circulación muy potente en dirección E-O, que además está reforzada simbólicamente por el hecho de ser el itinerario del Camino de Santiago.
El edificio tiene una planta muy compacta, rectangular, de 55 x 23 m, con el único  apéndice de la capilla mayor. La nave es de proporciones muy esbeltas, 11 m de luz y 20 de alto y enfoca hacia la cabecera  con una voluntad de obtener un espacio unitario. Este efecto se refuerza con el arco de la tribuna que enmarca el fondo del altar mayor con su correspondiente retablo.
Frente a la ligereza del gótico en sus principales fases, el edificio ofrece una imagen sólida con predominio del macizo sobre el vano, aunque parcialmente compensada con la gracilidad de las bóvedas de crucería, de formas geométricas entrelazadas.
Las capillas, llamadas “hornacina”, se comunican mediante unos estrechos vanos de paso que conforman una circulación independiente de la nave, disposición que se consolidará más tarde, durante el barroco.
El  primer tramo de la nave está subdividido en vertical, con una tribuna, accesible desde la planta alta del claustro a través de una puerta gótica, amueblada con una espectacular sillería de Juan de Juni, Guillén Doncel y Juan de Angés (1537-1543). Esta tribuna se levanta sobre una impresionante bóveda de crucería rebajadísima -muy compleja desde el punto de vista técnico- que constituye el elemento más destacado de todo el edificio, con la ventaja añadida de su proximidad al espectador, si bien es cierto que no goza de mucha iluminación natural. 
La iglesia se comunica con el claustro mediante tres portadas dignas de reseña, desde el punto de vista artístico, con la particularidad de que dos de esos vanos están actualmente acristalados ofreciendo una visión hacia el exterior en horizontal que es inusual en las iglesias, caracterizadas habitualmente por su carácter introvertido, completamente ajenas al entorno.
Por distintos detalles, se detecta que el proceso constructivo del edificio debió tener bastante enjundia. En el lado de la epístola (E) se aprecia el empleo de fábricas de ladrillo en crucero y arcos,  y un híbrido entre mampostería careada y sillarejo que contrasta con la sillería del lado opuesto.
La fachada de la iglesia está antecedida por un pórtico que la cobija. Es muy probable que Juan de Álava tuviera participación en su diseño. Ese pórtico se abre al exterior con una amplio arco de medio punto en cuyas enjutas campan 43 veneras ordenadas en 5 filas. Este motivo decorativo, usual en el final del s. XV y décadas iniciales del XVI, hace alusión a la Orden de Santiago pero también sirven para abstraer el muro de sillería, pasando a un segundo plano su despiece.
En el testerol de la nave, que levanta por encima del pórtico, se detecta una intención de aproximación al renacimiento, tanto en su composición como en el programa decorativo. Estaba proyectado con un remate triangular, a modo de frontón que quedó inacabado. Lo mismo sucede con las dos torres truncadas, algo más elevada la oriental. Llama la atención que nunca se haya planteado la definitiva terminación de la fachada de San Marcos con la erección de las dos torres, o al menos de la oriental, que ofrecería un contrapunto vertical a la fachada, exageradamente apaisada.