IGLESIA DE SAN MARCELO

Fecha del proyecto: 
1582 / 1950-1963
C/ Hospital nº 2.
IGLESIA DE SAN MARCELO
Vista desde la plaza de S. Marcelo
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Introducción

 

La llegada a León de las reliquias de San Marcelo el año 1493 animó la construcción de una nueva iglesia, acorde con la significación religiosa de aquel centurión romano martirizado, en el lugar históricamente consagrado a su advocación. La iniciativa se dilató en el tiempo y no cuaja hasta 1582 con la presentación por Juan de Ribero de los planos del edificio, después de que el entonces arquitecto de la Catedral, Baltasar Gutiérrez, le transmitiera el encargo que inicialmente había recibido.
La disposición del proyecto no vino acompañada de medios económicos pues constan distintos intentos de iniciar la obra que se frustran por falta de financiación. Hubo quien quiso desbloquear el problema por medios variopintos, como un cura que el  30 de mayo de 1586 solicitó dinero al Concejo acogiéndose a la eficacia climática de una procesión con el cuerpo del santo.
Finalmente la obra comienza en 1588 aunque Ribero delega en sus colaboradores, dado que entonces ya ejerce de maestro mayor de la catedral de Salamanca. Aún así, los trabajos se ralentizan, siempre por el mismo motivo, y Ribero muere antes de que concluyan.
Tan proceloso historial debió alcanzar cierta notoriedad pues la conocida novela “La Pícara Justina” (1605) contiene una referencia sarcástica a esta obra interminable: "que es una iglesia que ha años está comenzada a hacer de por amor a Dios, y porque no se acabe tan buen amor, no se acaba la obra". Por fin, parece que en 1628 ya estaba lista para el culto.
La estampa actual de la iglesia, como un edificio aislado, es relativamente reciente, de principios del siglo XX, resultado de la demolición del hospital de San Antonio al que estaba adosado por los pies, es decir, por el lado occidental que mira hacia la casa Roldán. Precisamente, la construcción de este edificio residencial en una ubicación tan inmediata alteró su presencia urbana, restándole categoría, aunque una intervención cuarenta y cinco años más tarde la repuso parcialmente.

 

 

Descripción y análisis

Ribero hizo de este proyecto un ejercicio de estricta racionalidad, absolutamente subordinado al rigor geométrico. Podría catalogarse como el  más radical de su abundante y notable obra leonesa, en el que lleva al límite los postulados de una arquitectura esencial y severa, que no depende del ornato para constituirse como tal.
Es probable que el proyecto inicial se articulara en planta como la superposición de un cuadrado y una cruz griega cuyos brazos rebasan ligeramente el contorno. Los nueve recintos que resultan de esta disposición son aproximadamente cuadrados y se cubren alternadamente con bóvedas vaídas o de cañón con lunetos. Distintos detalles sugieren que los pies se prolongaron en dos tramos, ya fuera durante la obra o como una modificación del proyecto. El primero reproduce la configuración de la nave, aunque los espacios laterales son levemente más pequeños a fin de mantener la distinción interna y externa de la cruz griega, y se cubren con bóvedas de arista. El segundo rompe la pauta de ordenación para albergar en el centro un coro que se asoma sobre la nave, adosado a la torre situada en el lado septentrional, que es la única reminiscencia de la iglesia anterior.
El acceso se realiza desde los brazos del crucero en una posición no muy habitual aunque coherente con el trazado de la planta. En el interior, la importancia otorgada a la geometría quita protagonismo a otros recursos habituales de la arquitectura religiosa, como la luz natural, con su enorme capacidad ambiental y evocadora que aquí, sin embargo, desempeña un papel secundario.  
La contundencia del edificio se hace especialmente patente en el exterior. Un volumen sencillo casi ciego, con paramentos de sillería de piedra de Boñar en formato grande. Al nivel de la planta baja, sólo hay dos perforaciones: las puertas de acceso, de proporción vertical, dintel recto y remarcadas con unos escuetos guardapolvos decorados con gotas. La fachada correspondiente al altar tiene un tratamiento especial, con un orden apilastrado, de número impar -detalle anti clásico- que resuelve con sencillez y amenidad este paño alineado con la calle Ancha, eje heredero del decúmano y, por tanto, fondo de una importante perspectiva urbana.
Una imposta recorre las fachadas marcando el plano de arranque de las bóvedas a partir del cual se disponen las ventanas principales. Actualmente los tejados de los cuerpos de esquina tapan esta cinta, muy probablemente por causa de una rectificación posterior de la inclinación original, pues este detalle se antoja ajeno a un arquitecto tan purista como Ribero.
La demolición del hospital de San Antonio con la consiguiente apertura del callejón homónimo dejó a la iglesia de San Marcelo sin una fachada coherente por ese lado. En 1950, Juan Torbado proyectó una remodelación de la crujía del coro consistente en la elevación de una planta, para albergar un salón de Acción Católica, y la construcción de una escalera dentro de la torre que da acceso desde la iglesia a esta dependencia y al coro. Aunque el proyecto no lo refleja, se ejecutó una nueva entrada, imitando las originales, que con los años se ha convertido en la única. A pesar del enfoque mimético, con los nuevos muros de fábrica de ladrillo revestidos del mismo tipo de piedra -esta vez en placa-  y la continuidad de la imposta, el resultado no acaba de resultar convincente al menos para el observador inquisitivo. En descargo de su autor, debe reconocerse que la comparación con Ribero entraña un alto riesgo.
Por último, en 1963, el mismo arquitecto, con la colaboración probable de Luis Menéndez Pidal, que firma el plano, dirigió el realce del campanario con dos cuerpos de fábrica de ladrillo. También se chapó con piedra la base de la torre que hasta entones estaba parasitada por un escaparate de una relojería. Mediante esta operación se obtuvo un emparejamiento paritario con la vecina casa Roldán y el cierre de la perspectiva desde la calle Padre Isla hacia la Plaza de Santo Domingo con un elemento de tamaño suficiente para afrontar una posición tan conspicua.

 

Bibliografía

JAVIER RIBERA BLANCO: La arquitectura de la segunda mitad del siglo XVI en León, Institución Fray Bernardino de Sahagún, León, 1982.

Otros datos

Remodelaciones:
Arquitecto: Juan Torbado Franco.
Fechas de los proyectos: Enero de 1950 (Ampliación sobre el coro). Mayo de 1963 (Elevación de la torre)