Introducción
Sobre esta gran dotación comercial pivota La Chantría, un barrio desarrollado en los años 90 del siglo XX sobre unos terrenos que durante varias décadas fueron un enorme vacío en el medio de la ciudad, como consecuencia de la renuencia de sus propietarios a emprender la urbanización conforme a los preceptos de la Ley del Suelo. Se cuestionaban en concreto las cesiones al Ayuntamiento de un porcentaje del suelo y del aprovechamiento lucrativo, establecidas por la ley a modo de recuperación parcial de unas plusvalías generadas socialmente y que, sin embargo, se depositan en los bolsillos de particulares cuyo principal mérito consiste en esperar pacientemente que la ciudad llegue a sus propiedades.
Los autores del proyecto son profesionales radicados en Madrid, con experiencia en arquitectura comercial, que han trabajado habitualmente para El Corte Inglés. Su proyecto más destacado es la torre que sustituye al edificio “Windsor”, destruido por un incendio, en Madrid, cerca del complejo AZCA.
El perfil de los arquitectos, más bien discreto, sintoniza con el criterio seguido por El Corte Inglés en la imagen corporativa de sus edificios, por lo general anodina y, durante una época, cortada por el mismo patrón, con aplacados de granito gallego de color gris. Esta falta de interés por el embalaje arquitectónico de la marca, resulta chocante y contrasta con la estrategia de otros competidores directos.
Descripción y análisis
El edificio ocupa una manzana completa de 9.148 m2 y planta rectangular con 110 m de largo, 87 de ancho y una esquina redondeada. Totaliza 76.613 m2 construidos en 4 plantas subterráneas, 1 semisótano y 7 plantas comerciales. Casi la mitad de la superficie (37.400 m2) está dedicada a garaje, dato muy expresivo de la vinculación de esta clase de comercio con el tráfico motorizado.
Su imagen se caracteriza por una hermeticidad absoluta, con mínimas excepciones en la planta baja y el ático. Con base a principios de la mercadotecnia, estos grandes centros comerciales se conciben generalmente de un modo centrípeto y ensimismado, como si el entorno distrajera al consumidor.
El binomio exterior-interior es uno de los más determinantes de la arquitectura y la manera en que se resuelve constituye uno de los aspectos esenciales de todo edificio. En éste, el anillo perimétrico con fachada a la calle está ocupado por escaleras y dependencias de servicio de tal modo que la composición de los alzados, donde se alternan grandes paños ciegos con contrapuntos acristalados no se corresponde con la disposición interna, salvo el vestíbulo de ascensores, simulando una complejidad inexistente.
La proyección del edificio hacia el exterior al nivel del viandante se materializa en dos elementos canónicos de la arquitectura comercial -el soportal y la plaza abierta- que sin embargo no acaban de funcionar. Especialmente la plaza, que se ubica en la planta primera accediendo desde la calle Las Fuentes por una rampa muy poco visible, y se sitúa en las peores orientaciones para el clima de León: norte y oeste, muy malas respectivamente en verano e invierno.
El interior es exactamente igual que cualquier otro centro de la cadena. La planta comercial tipo tiene una superficie de 4.342 m2. Aparte de las exigencias funcionales y logísticas, la distribución de estos establecimientos se explica en parte por el alto grado de exigencias normativas ante el riesgo de incendio de cara a facilitar una evacuación del público rápida y segura.
Otros datos
Arquitectos: Pablo Muñoz López, Pedro Vilata Capont y Miguel Ángel Juberías Barro. Ramón Rodríguez Pallarés y Rafael Santamaría de la Cuevas (colaboración en la dirección de la obra).