Introducción
Aunque el proyecto sólo está firmado por García Quijada es más que probable la participación anónima de los otros dos miembros del equipo, José Miguel de Prada y Alberto Muñiz, pues el promotor era pariente directo de este último y el diseño guarda notables concomitancias con otras casas de viviendas suscritas por los tres.
En el trámite municipal de licencia de obra ocupa papel protagonista un expediente de infracción urbanística por exceso de altura en el tramo de fachada correspondiente a la calle Juan de Badajoz.
Visto el edificio, tal como quedó, se coligen dos conclusiones: el expediente estaba más que justificado, pero no sirvió para enmendar el desafuero.
En defensa de sus intereses, el promotor recurrió a la argucia de obtener la declaración de “edificio singular” por parte del Ministerio de la Vivienda, categoría que en virtud del artículo 32 de la Ley de Suelo otorgaba la posibilidad de “flexibilizar” la aplicación de las ordenanzas urbanísticas. En esta batalla no estuvo solo pues el propio Alcalde, Manuel Arroyo, envió un escrito a Emilio Larrodera, Director General de Urbanismo, en defensa de esas pretensiones.
También desplegó una linea argumentativa inefable como, por ejemplo, el siguiente párrafo literal: “el toque de gracia, esbeltez y belleza que el autor del proyecto quiso imprimir a un edificio que había de alzarse en la zona de más prestancia de la ciudad, enmarcando con total dignidad la vista de fondo de nuestra joya plateresca”. Otra vía consistió en comparar el volumen indebidamente ganado con el “renunciado en patios de fachada” cuando estos retranqueos, más que dudosos desde el punto de vista morfológico, no tienen otra justificación que la intensificación del aprovechamiento edificatorio de una parcela profunda y con poco desarrollo en la parte trasera.
En todo caso, tantos esfuerzos le merecieron la pena. Peor le fue al interés público y a la disciplina urbanística.
Por añadidura, en la sección vertical el proyecto satisface los requisitos sobre altura máxima de cornisa y mínima libre de las plantas bajo el supuesto, totalmente irreal, de que el forjado y el pavimento totalizan un canto de 19 cm. Con toda seguridad uno de los dos parámetros se incumplió -lo contrario es imposible- aprovechando el escaso rigor que entonces aplicaban los ayuntamientos en el control del estado real de los edificios, una vez terminados.
Descripción y análisis
El solar tiene forma poligonal, 924 m2 de superficie, un desarrollo de fachada de 64,75 m y está emplazado en la esquina achaflanada de una manzana del Ensanche, situada en el frente fluvial, factores todos ellos que explican la configuración general del inmueble.
En vertical, el edificio consta de dos sótanos dedicados a garaje, planta baja de portales y locales comerciales, 9 plantas tipo con seis viviendas y dos áticos retranqueados para seis viviendas duplex invertidas, es decir, con los dormitorios en la planta inferior. En una especie de entresuelo se encaja una vivienda suplementaria para el portero de la finca.
La distribución interna sigue un esquema radial, con centro en el vértice interior de la parcela, dividido en tres sectores, cada uno con su propio núcleo de comunicación vertical y dos viviendas por planta. Para aprovechar todo lo posible, e incluso algo más, las fachadas a la vía pública se pliegan generando unos patios que posibilitan la ocupación de la parcela hasta 19 metros de fondo.
Las viviendas, entre 106 y 120 m2 útiles, se estructuran en tres zonas: de noche (tres dormitorios y dos baños) en la parte delantera, salón comedor en la intermedia y servicio (cocina y dormitorio con aseo) en la trasera. Con esta disposición la zona común “de día” queda adjunta a la entrada pero también en una posición interna, muy escasa de iluminación natural, máxime cuando después se han cerrado las profundas terrazas que tienen delante. Los duplex son la joya de la promoción con cinco dormitorios, superficie útil entre 121 y 135 m2, amplias terrazas y vistas panorámicas de las que no disfrutan los escondidos salones de las viviendas inferiores.
La organización de la planta mediante de patios abiertos a la fachada y viviendas profundas es claramente deudora del edificio Girasol, proyectado cinco años antes en el madrileño barrio Salamanca por el eminente arquitecto José Antonio Coderch.
Los alzados están compuestos a partir de tres conceptos básicos que ofrecen un resultado sencillo y nítido. El primero es la verticalidad que se sustancia en la alternancia de lienzos opacos completos y columnas de huecos rasgadas. El segundo, el aligeramiento del volumen mediante el vaciado de los extremos de los paños verticales, en un gesto común a la arquitectura del siglo XX como medio de enfatizar el papel epidérmico -no portante- de los cerramientos. Por último, el escalonamiento en vuelo progresivo de los vanos de esquina.
Todo ello se materializa a través de un aplacado de la piedra caliza de color ocre junto con perfiles y chapas de aluminio anodizado que remiten a los materiales de moda en los años 70 del siglo XX, de los que este edificio, con sus lacras y virtudes, constituye un testimonio fiel.