EDIFICIO C/ REPÚBLICA ARGENTINA nº 12

Promotor/es: 
José López Robles y Sira Pedrosa
Fecha del proyecto: 
1946
Presupuesto: 
1.500.000 ptas
C/ República Argentina nº 12
EDIFICIO C/ REPÚBLICA ARGENTINA nº 12
Fachada al chaflán
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Introducción

Francisco Javier Sanz debía ser un arquitecto muy competente y con notable capacidad para ejercer la dirección de obra pues su evidente falta de esmero en la redacción de los proyectos contrasta llamativamente con la habitual brillantez del resultado. Desde luego, no se esforzaba mucho en la documentación técnica, que entonces tenía un carácter más administrativo que técnico, confiando en su destreza, o la de sus colaboradores, durante el proceso de ejecución.
Tampoco echa el resto en el diseño de la planta, perfectamente estereotipada según las convenciones vigentes sobre el espacio doméstico, y que se rige por el principio básico de que la crujía de la fachada, en la totalidad de su desarrollo, se ocupe por estancias habitables. Esta premisa, compartida por buena parte de sus colegas, facilita la tarea de componer los alzados, resueltos  mediante la repetición de un hueco-tipo, que en puntos singulares recibe un tratamiento ligeramente diferenciado.
En suma, Sanz no se complicaba la vida pero, en su aparente despreocupación, y utilizando un símil taurino, la inicial faena de aliño queda rematada casi siempre con una estocada magistral.

Descripción y análisis

La parcela tiene unas condiciones espléndidas pues la estrechez de la manzana a la que pertenece da como resultado una longitud del perímetro exterior de 61 m para una superficie de 439 m2. Este hecho permite una ocupación intensiva pues bastan tres pequeños patios de luces para habilitar el aprovechamiento de su interior.
En vertical se compone de planta baja, con carboneras y un local comercial -muy grande porque el portal y la escalera ocupan una posición lateral-, y cinco pisos de tres viviendas de cinco o seis dormitorios, comedor, cocina, baño, retrete, y varias dependencias de servicio. Este programa funcional responde al tópico de vivienda burguesa de posguerra, sin salón propiamente dicho, con un vestíbulo generoso, largos pasillos, un rosario de estancias de superficie entre 10  y 13 m2 en la crujía de fachada más las dependencias de servicio en torno a los patios interiores.    
La posición del edificio en el chaflán de una de las más importantes intersecciones del Ensanche, en su parte meridional, le confiere un alto grado de protagonismo que asume sin aspavientos, aplicando una escueta serie de principios compositivos tan sencillos como eficaces. Uno, la clásica  división tripartita, tenuemente marcada por sendas impostas que delimitan las plantas 1º y 5ª. Dos, la combinación de dos materiales de acabado, el ladrillo a cara vista en los paños de fondo y un revoco pétreo (denominado “a la catalana”) en los elementos singulares como pilastras, cornisa, etc. Tres, la repetición de un hueco-tipo cuyo tamaño aparente se aumenta mediante  un recercado abocinado. Cuarto y último, la acentuación icónica del chaflán a través de un cuerpo volado que potencia la simetría y, sobre todo, un frontispicio de silueta curva, y único elemento dotado de carga ornamental, como coronación capaz de afrontar las vistas panorámicas que se derivan de una ubicación tan conspicua.
En el proyecto se preveía una cubierta de pizarra que finalmente se hizo con teja aunque este cambio resulta intrascendente porque queda oculta tras un peto. De hecho, los faldones forman un anillo que deja en el centro una azotea, resolviendo de este modo, por elusión podríamos decir, un problema geométrico muy complicado y del que difícilmente se saldría airoso, si se pretendiera formalizar la cubierta sólo con planos inclinados.
Técnicamente el edificio se ajusta a las disponibilidades y preferencias del momento: muros de carga de ladrillo, forjados “de cemento”, ventanas de madera -castaño en el exterior y chopo al interior-, calefacción individual de carbón y cocinas de hierro fundido tipo “Bilbao”.

Al menos desde fuera el edificio muestra un aspecto envidiable al que favorece las ventanas de una sola hoja que sustituyeron a las originales de dos y, sobre todo, el afortunado tratamiento del revoco “a la catalana” que no ha padecido el tosco repintado, tan habitual por desgracia en la mayor parte de los remozados de las fachadas que atesoran este acabado tan modesto y artesano como olvidado.

Podcast

Hoy por hoy León (25.10.2018)