Introducción
En la fecha del proyecto, la calle Padre Isla era a su vez carretera interurbana León-Asturias y esta zona, en torno a la estación ferroviaria de vía estrecha, reunía instalaciones fabriles como queda patente en uno de los informes obrantes en el expediente municipal, que hace mención a un contiguo taller de maquinaria.
Para obtener la licencia, bastó una documentación técnica muy escueta, como era costumbre entonces, consistente en una planta de los cimientos y el plano del alzado que, por otra parte, representa en cierto modo un retroceso estilístico en la carrera de Manuel de Cárdenas, después de proyectos tan brillantes como la casa Ciriaco en los que había acuñado un neobarroco de corte centroeuropeo que se basta por sí mismo, sin necesidad de recurrir a profusiones decorativas, como es el caso.
Descripción y análisis
La parcela ofrece buenas condiciones, con tamaño ajustado (370 m2), 15,60 m de longitud de fachada y forma bastante regular. Todo ello facilita la reproducción del esquema canónico en esta clase de tejido urbano: entre medianeras, de dos viviendas por planta y fondo profundo -cuatro crujías paralelas a la calle que totalizan 19,60 m- con un patio de luces central de 5,25 x 4,60 m.
La escalera se sitúa lateralmente, en una posición asimétrica que da lugar a la desigualdad de las viviendas de cada planta, con superficies construidas respectivas de 125 y 143 m2. Las dos del sotabanco son más pequeñas por el retranqueo derivado de la inclinación de la cubierta.
En vertical, las alturas libres van disminuyendo en sentido ascendente -5,00 m en la planta baja, 3,20 en la principal, 3,10 y 3,00 según se sube- con un criterio jerárquico que el ascensor convertirá en anacrónico pocos años después.
El edifico no tendría mucho de particular sin el repertorio decorativo que adorna su fachada, cuya composición general tampoco ofrece ninguna novedad, con una traza netamente vertical protagonizada por dos galerías laterales en vuelo y una serie de pilastras que flaquean las columnas de balcones.
En el capítulo ornamental destaca el motivo escultórico, infrecuente en la obra de Cárdenas, de las parejas de atlantes sosteniendo los voladizos en una esforzada postura que no invita a la relajación del espectador. Los frontispicios partidos de la cornisa, las ménsulas de los balcones o los guardapolvos que los coronan pertenecen a la panoplia habitual del arquitecto, aunque aquí están tratados con particular intensidad pues sobre ellos descansa principalmente la estampa pública del inmueble que agradecería la recomposición de su planta baja, recuperando la esbelta proporción del zócalo y el entronque de las pilastras con el suelo.