EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2

Promotor/es: 
Emilio Hurtado Merino
Fecha del proyecto: 
1938
C/ Juan de Badajoz nº 2
C/ Rodríguez del Valle y C/ Suero de Quiñones
EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2
Fachadas hacia San Marcos
  • EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2
  • EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2
  • EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2
  • EDIFICIO C/ JUAN DE BADAJOZ nº 2

Introducción

Manuel de Cárdenas firma este proyecto en una situación anómala, como otras tantas propiciadas por la Guerra Civil, sin acceso a su estudio principal que estaba radicado en Madrid, es decir “en el otro bando”.
Soflamas y ecos bélicos resuenan en el expediente administrativo de la licencia de obras no sólo con la ritual cronología de los años triunfales sino también en otras expresiones como un “Saludo a Franco!”, versión autóctona del “Heil Hitler” que probablemente no llegó a cuajar porque carece de la contundencia fonética del original.

Descripción y análisis

La parcela, de 610 m2 y forma de pentágono irregular, integra por sí sola una manzana en el borde del Ensanche, a modo de retal periférico. El edificio la ocupa en su totalidad salvo tres patios de luces, heterogéneos en forma y tamaño, que posibilitan un grado de aprovechamiento exhaustivo.
La planta tipo alberga cuatro viviendas a partir de un único núcleo de comunicación vertical, de caja de escalera y ascensor. Esta decisión, junto con la irregularidad del perímetro, da lugar a una distribución vulgar y sinuosa con largos pasillos que se retuercen en varios quiebros.
Las viviendas constan de 5 o 7 piezas casi indiferenciadas -el comedor es un poco más grande-, cocina, baño y retrete. Las estancias habitables se localizan en la crujía del anillo exterior mientras que las dependencias técnicas y habitaciones secundarias vierten a los patios interiores. Esta disposición, la habitual en aquella época, reporta a la planta una claridad conceptual que en alguna medida palia la falta de orden geométrico. Lástima que esta ley se rompa con un grupo de dos aseos contiguos que, tal vez, con mayor grado de esfuerzo en la elaboración de la planta podrían localizarse en una posición más coherente con las premisas generales.
En vertical el edificio se compone de sótano para carboneras, baja con dos viviendas y locales comerciales, y cinco plantas tipo. Al exterior ofrece una estampa híbrida, como una interpretación modernizada de los tradicionales sistemas de construcción a base de muros de carga, que se materializa a través de un único rasgo capaz por sí solo de singularizarlo. Se trata de las  ventanas de esquina que aligeran el volumen restando pesantez allí donde las reglas estilísticas del pasado,  así como las necesidades constructivas, sitúan los macizos más poderosos. Acompañan a este recurso dos líneas de imposta  que vienen a sugerir la clásica división tripartita así como alfeizares corridos, abarcando varios huecos, todo ello con la intención de primar la horizontalidad en la composición de los alzados.
A pesar del peto que corona las fachadas, la posición urbana del inmueble, expuesto a perspectivas muy alejadas, desvela la cubierta con faldones inclinados de teja árabe, un elemento que sistemáticamente se tapaba a fin de evitar la contaminación icónica inducida por ese material tan asociado a la arquitectura histórica o popular. Visto el resultado cabe interrogarse si tal aprensión estaba justificada.
Técnicamente, el repertorio se ajusta a los cánones de la época: muros de carga de ladrillo; forjados de viguetas metálicas -lo cual probablemente explique la carencia de voladizos-; esqueleto de la cubierta de madera de chopo; escalera de bóveda “a la catalana”; paramentos exteriores revestidos con revoco pétreo, ventanas de madera, dotadas de persianas; calefacción individual alimentada con carbón.
Ya fuera por atraso económico o por conservadurismo del sector, este elenco que comenzó a gestarse en la tercera década del siglo XX, mantuvo su vigencia hasta los años 60.