Introducción
El convento está emplazado en el lado oriental de una finca con una extensión de 3,5 Ha, junto la carretera nacional N-630 aunque, en cierto modo dándole la espalda. Tiene una superficie construida de 1.840 m2, concebida para albergar una comunidad integrada en aquel momento por 21 monjas y novicias, que se trasladó desde Ciudad Rodrigo.
Descripción y análisis
Como corresponde a su función, el edificio tiene un carácter introvertido, en tono a un patio de forma rectangular que elude deliberadamente el concepto claustral de espacio central abierto, rodeado de una crujía deambulatoria porque en la panda septentrional el esquema se invierte para que las estancias habitables viertan hacia la orientación más favorable.
Hacia el exterior sólo miran la casa de la mandadera (recadera), la vivienda del capellán -ambas sin comunicación directa con el convento-, la portería con sus locutorios y la iglesia, de una nave, con el coro de la comunidad y la tribuna sobre el mismo, en la planta 1ª, perpendicularmente al altar, además de un acceso propio e independiente que permite un uso litúrgico público.
El programa funcional revela la austeridad de la regla. A modo de ejemplo, las celdas miden 3,1 de largo por 2,5 m de ancho y para el esparcimiento se reserva exclusivamente una pequeña habitación. Estilísticamente prima también la sencillez: muros inmaculadamente blancos y cubierta a dos aguas, revestida con teja cerámica aunque de un modelo no curvo sino de tres lados planos.
El único contrapunto a tanta modestia es el volumen del presbiterio de la iglesia que levanta por encima del conjunto con una cubierta a un agua, liberando en el alzado de la fachada principal, hacia la carretera, un lienzo esbelto cerrado con una celosía a base de piezas prefabricadas de forma rectangular, que se colocan al tresbolillo.
Acompaña a este elemento destacado una sencilla espadaña a los pies de la iglesia que alberga dos campanas y se corona con tres cruces esquemáticas.
La imagen, muy elegante, entronca con las tendencias desarrolladas en España durante la década de los 50 del siglo XX, que buscaron en la arquitectura tradicional una fuente de inspiración para la arquitectura contemporánea alcanzando su expresión más refinada en los poblados promovidos por el Instituto Nacional de Colonización.
Si un edificio destinado a acoger un convento de clausura ha de transmitir una sensación de sosiego, nos encontramos ante un ejemplo exitoso en la consecución de ese propósito.