COLEGIO NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

Promotor/es: 
Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad
Fecha del proyecto: 
1907
C/ Cardenal Landázuri nº 6
COLEGIO Nª SRA. DEL CARMEN
Fachada
  • COLEGIO Nª SRA. DEL CARMEN
  • COLEGIO Nª SRA. DEL CARMEN
  • COLEGIO Nª SRA. DEL CARMEN
  • COLEGIO Nª SRA. DEL CARMEN

Introducción

Entre 1875 y 1925, la arquitectura tuvo algo de carnaval. Edificios disfrazados de lo que no eran o edificios que se envolvían en indumentarias equívocas, propias de épocas, funciones y técnicas constructivas muy diferentes. Este enfoque, que hoy nos parece extravagante fue, sin embargo, el fundamento doctrinal de los arquitectos de esa época.

Descripción y análisis

El edificio que hoy alberga al colegio de Nuestra Señora del Carmen, fundado en 1877,  forma parte de la muralla, entendida ésta como una estructura urbana, que ciñe el recinto de la ciudad antigua. En ese tramo nororiental, a partir de la Catedral, un conjunto de grandes paquetes de titularidad eclesiástica ocupa la franja adyacente al lado interno del lienzo, pervivencia de factores sociales y jurídicos que se remontan al medievo.
La parcela, con una superficie de 3.350 m2 y un fondo aproximado de 30,5 m, tiene como principal característica que vierte a una calle rectilínea y angosta, sin intersecciones a lo largo de 180,0 m y un ancho que va de 3,5 a 7,0 m.
A este pasadizo urbano se asoma una imponente fachada de 47 m de longitud y 3 plantas de altura, construida con fábrica de ladrillo visto sobre un zócalo de piedra caliza, que reproduce el canónico esquema tripartito de los palacios renacentistas: planta noble embutida entre dos niveles dedicados a usos auxiliares que en su formalización expresan esa condición subsidiaria.
La composición es simétrica, sin un elemento central dominante, con dos entradas y un número par de columnas de huecos, de tal modo que el eje coincide con un macizo. A esta retícula de vanos se superponen dos potentes impostas y una cornisa coronada con un acroterio que, junto el zócalo subdividen el alzado en tres bandas horizontales de proporción netamente apaisada.
Las ventanas de la planta primera simulan un aspecto de balcón, enmarcadas con pilastras laterales y un frontispicio triangular superior, que remata un arco adintelado. En el proyecto, los dos huecos sobre las puertas eran, efectivamente, balcones con balaustres, que se eliminaron en la fase de ejecución.
En las otras dos plantas los huecos son en arco de medio punto, acentuando por contraste la  preeminencia del nivel intermedio. En la superior, la solución es particularmente detallista: geminada y con un pequeño óculo en el tímpano.
La fachada merece el apelativo de paradójica. Primero, por su disposición eminentemente plana y estática para una ubicación que sólo admite la contemplación en escorzo y en movimiento. Bien es verdad que estos arquitectos eclécticos no tenían en cuenta consideraciones que son más propias de la arquitectura del siglo XX. Para ellos, la fachada era principalmente un ejercicio de composición bidimensional. En segundo lugar, es paradójica por la apelación estilística al renacimiento y su materialización en ladrillo a cara vista, un acabado insólito para esta escuela arquitectónica.
Aunque no pueda contemplarse en su integridad, ofrece la posibilidad de la complacencia en el detalle, que ejemplifica el carácter artesano de esa técnica, que en sí misma plasma la destreza y el esmero del artífice.
Durante la obra se añadieron a la fachada dos calles más en el extremo norte, rompiendo la estricta simetría original, aunque tal violación de las normas de partida pasa desapercibida, precisamente por la imposibilidad de la visión frontal. Las contradicciones del proyecto finalmente vinieron a echar una mano al arquitecto.

Bibliografía

M. SERRANO LASSO: La arquitectura en León entre el historicismo y el racionalismo, 1975-1936, Universidad de León, León, 1993, p. 212 y 217

Podcast

Hoy por hoy León (05.01.2023)