Introducción
Al mismo tiempo que se construía la contigua sede del Ministerio de Hacienda (actualmente Agencia Tributaria), el Patronato de sus funcionarios promovió este grupo de 38 viviendas de renta limitada con la evidente intención de ahorrar tiempo de desplazamiento entre residencia y lugar de trabajo.
El conjunto se componía de tres edificios, uno con fachada a la calle Santa Clara y otros dos a Roa de la Vega, separados por un inmueble intermedio situado en la esquina de la manzana. Hoy sólo quedan dos de ellos porque el correspondiente al número 17 de Roa de la Vega se demolió en favor de un edificio más moderno, estilísticamente desentendido de su parentela.
El proyecto, a cargo de Efrén García, arquitecto de la Delegación del Ministerio, no presenta mayores méritos pero se caracteriza por dos rasgos que lo singularizan
El primero la decisión de retranquear 4 metros la fachada a la calle Santa Clara, que sólo tiene 12 m de latitud, ajardinando la franja que deja libre por delante. Esta medida se adoptó en realidad con una intención menos altruista de lo que parece, pues permite la elevación de una planta de propina con base a una imaginativa interpretación de la ordenanza urbanística, aceptada por el Ayuntamiento, que ligaba alturas de la edificación con la distancia hasta el lado opuesto.
El resultado puede calificarse de afortunado pues supone un contrapunto al modelo de la llamada “calle corredor”, típica de los Ensanches, justamente en un vial muy angosto al que le viene bien el ensanchamiento. Además, la operación cuenta con la ventaja de que el vecino edificio de Hacienda trata al cierre medianero con el mismo aplacado que las fachadas y, al otro lado, el arquitecto dispuso unos balcones aprovechando los beneficios de la orientación mirando al Sur. Aunque resultara de todo punto imprevisible, la recesión del pequeño comercio en el presente siglo, con el consiguiente abandono de los locales en planta baja, añade otro argumento a su favor pues el retranqueo, unido al ajardinamiento, mejora notablemente el confort de las viviendas situadas en ese nivel, dotadas de un colchón que provee intimidad y tranquilidad.
El segundo rasgo distintivo consistía en el ajardinamiento del patio interior, dividido en dos zonas dedicadas a niños y ancianos, respectivamente de juego y reposo, separadas por un seto que respaldaba una pérgola abierta hacia el mediodía. Desconozco si este diseño tan cuidadoso con las dos franjas de edad que requieren más atención llegó a materializarse. Hoy este espacio se dedica a estacionamiento de vehículos en una lamentable degradación de la idea primigenia.
Ambas zonas ajardinadas, en fachada e interior, estaban concatenadas mediante un portal en forma de túnel, recorrido obligado para llegar a las dos escaleras que sirven a las viviendas con fachada a Santa Clara. Este esquema de acceso, pasando necesariamente por patio interior de la parcela, es poco frecuente en España, aunque se utilizó recurrentemente en la moderna arquitectura del siglo XX por la riqueza espacial del itinerario, la gradualidad en el tránsito de lo público a lo privado y la generación de espacios comunes que debieran fortalecer las relaciones de vecindad aunque, ciertamente, a veces también sirven para suscitar divergencias en las reuniones de las Comunidades de Propietarios.
Descripción y análisis
En una parcela de forma irregular y 1.614 m2 se erigió este conjunto que totaliza 5.105 m2 construidos, desglosados en dos niveles residenciales de diferente categoría.
El más alto corresponde a las viviendas que vierten a la calle Santa Clara con un programa funcional de salón, comedor -conectados por una puerta corredera-, tres habitaciones, baño y un paquete de servicio que incluye cocina, aseo y un pequeño dormitorio. La planta baja tiene una configuración especial y alberga únicamente dos viviendas de 170 m2 útiles que parecen diseñadas para sendas familias numerosas, según los parámetros y la política de fomento de la natalidad entonces vigentes.
Las viviendas de los bloques de Roa de la Vega son algo pequeñas, con salón y comedor integrados en una dependencia común y vierten hacia el interior, dado que la fachada principal mira a Norte, motivo por el cual se disponen a ese lado las dos cajas de escalera.
Los alzados son vulgares, compuestos mediante la combinación de dos materiales de acabado -ladrillo a cara vista y revoco pétreo-, y una disposición de huecos en traslación directa de la compartimentación interior, sin mayores pretensiones.
Constructivamente, el elenco de materiales y técnicas se ajusta fielmente a las convenciones de la época.