Introducción
En 1903, Manuel de Cárdenas es un joven arquitecto -26 años-, neófito y foráneo, que tiene la oportunidad de presentarse ante la ciudad que le ha acogido con un encargo en un lugar muy destacado. No la desaprovechó. Había que estar a la altura y, sin lugar a dudas, dio lo mejor de sí mismo. Vista su ejecutoria posterior, tan prolífica y reconocida, sus coetáneos debieron compartir esta valoración.
Descripción y análisis
La parcela tenía unas condiciones óptimas, con una superficie generosa (640 m2), para el tipo de trama urbana al que pertenece, y una línea de fachada muy larga (65,5 m), dividida en tres tramos.
Funcionalmente el inmueble se divide en dos partes independientes. La principal, con entrada por la calle Ancha, de dos viviendas por planta, y una trasera con portal en la calle Sierra Pambley, coincidiendo con el quiebro de la alineación.
La disposición de la planta es convencional, por no decir vulgar, con un patio de luces central y otro mínimo en un recodo trasero, con las viviendas organizadas mediante un largo pasillo y las distintas estancias a ambos lados.
Desde luego, Cárdenas reservó el esfuerzo para la estampa exterior del edificio, ciertamente muy conseguida. A partir de unos recursos compositivos estereotipados, su apuesta se basa en dos activos: una factura preciosista y el remate del chaflán con una cúpula, rasgo que en adelante se repetirá en varios de sus proyectos más señalados. Le ayudaban circunstancias muy favorables, como el parecido desarrollo del frente a la calle Ancha y el primer tramo de Sierra Pambley, así como la intersección en ángulo agudo, que otorgan al chaflán una condición axial y muy significada.
Merece la pena detenerse en la contemplación de las fachadas por lo esmerado de su diseño y ejecución. Por ejemplo, la sillería del zócalo, con un acabado apiconado de textura rugosa, o las poderosas ménsulas pétreas que sostienen el balcón corrido de la planta primera, de labra delicada y que a la vez hacen de claves de los arcos inferiores. Lo mismo puede decirse del mirador y sus ventanales orlados con una cinta de azulejos polícromos.
Desde el punto de vista estilístico, cabría un encuadre en el eclecticismo, por la combinación de elementos heteróclitos, aunque desde el punto de vista decorativo priman los motivos de estirpe modernista, nítidos, por ejemplo, en las barandillas de los balcones.
Técnicamente el repertorio no se sale de lo común. Muros de carga de ladrillo, pilares de fundición en la planta baja, forjados y esqueleto de la cubierta de madera de pino y cubierta de teja cerámica plana. Destacan unas bóvedas de ladrillo en el sótano y el revestimiento de la bóveda esquifada, con escamas de pizarra y cordones de chapa de zinc.
En suma, un magnífico edificio decimonónico, construido a comienzos del siglo XX. Y es que ir con retraso a veces procura la ventaja de manejar repertorios contrastados, cuya eficacia está ya largamente demostrada.
Bibliografía
E. ALGORRI GARCÍA; R. CAÑAS APARICIO; F. J. GONZÁLEZ PÉREZ: León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de Arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de León, León, 2000, pp. 62-63.
J. C. PONGA MAYO: La calle Ancha... cuando era estrecha, Ed. Cultural Norte, León, 2016, pp. 69-74.