Introducción
El solar resultó de la radical reestructuración urbana operada en esta zona de la ciudad, con el derribo de la cerca medieval y el hospital de San Antonio Abad, que fue trasladado a los altos de Nava, a fin de articular la conexión entre la ciudad antigua y el incipiente Ensanche. Por su posición, a una exigua distancia de 7,5 m, se empareja con la Iglesia de San Marcelo -obra renacentista de J. de Rivero Rada- de la que también toma la alineación.
Inicialmente, Luis González Roldán presentó al Ayuntamiento un proyecto en planta baja para almacenes y comercio que no ocupaba la totalidad de la parcela. Sin embargo, 2 meses después, se solicita por sus hermanas licencia para construir un edificio de planta baja comercial, primera de oficinas y 5 de vivienda con entrada por la calle Legio VII, al objeto de aprovechar al máximo la planta baja en la fachada a la plaza Santo Domingo.
La elección del arquitecto, que vivía y trabajaba lejos de León, muy probablemente vino determinada por vínculos de carácter empresarial, dada la pertenencia de Federico de Ugalde a una familia de industriales vizcaínos dedicada principalmente al sector alimentario, harinas en particular.
La planta primera, de oficinas, fue sede de instituciones y entidades muy significadas en la ciudad.
Por proximidad y empaque, la construcción de la casa Roldán empequeñeció a la iglesia de San Marcelo, incapaz de aguantar la vecindad de un inmueble tan poderoso. Esta situación se corrigió parcialmente cuatro décadas después mediante el realce de la torre del campanario con dos cuerpos para, al menos, formar pareja de baile con la cúpula contigua.
Descripción y análisis
La Casa Roldán es el más imponente de los edificios residenciales construidos en León entre 1910 y 1925, período de prosperidad motivado en buena medida por la neutralidad de España en la primera Guerra Mundial y el intenso comercio con las potencias beligerantes.
Se levanta sobre una parcela de planta trapezoidal de 44 m (largo medio) por 25 (ancho), con una superficie aproximada de 1.050 m2. Como tiene 7 plantas, la superficie construida total suma en torno a 7.000 m2, cifra enorme si se compara con el tamaño del caserío de la época.
A su empaque cuantitativo se añade un factor cualitativo: el empleo del hormigón armado en la ejecución de los forjados, técnica que Ugalde conocía muy bien, en contraposición a la mayoría de sus colegas. Probablemente se trata del primer edificio residencial construido en León con esta clase de forjados, tarea que no debió resultar fácil dado que el hormigón habría de elaborarse manualmente y los albañiles locales no conocerían los pormenores de la puesta en obra.
A pesar de su aspecto unitario, el edificio se divide en dos partes casi idénticas, que tienen su correspondencia catastral, con sendas cajas de escaleras y tres pequeños patios de luces. Cada escalera sirve a dos viviendas por planta, dotadas de vestíbulo, sala, gabinete, comedor, cocina, cinco dormitorios, un baño, dos aseos y una despensa. En suma, un programa funcional al alcance de gente con posibles. Las viviendas que dan frente a la plaza Santo Domingo tienen en el chaflán una dependencia más, llamada despacho, que se asoma a la calle a través de una especie de mirador poligonal.
Los forjados se asientan generalmente sobre pilares, con algunos tramos de muros de carga en el perímetro o los patios de luces. La libertad que ofrece un esqueleto a base de soportes aislados no se aprovecha y la compartimentación de las viviendas reproduce los esquemas propios de edificios con divisiones que desempeñan funciones portantes.
Una paradoja similar se produce en las fachadas pues los cuerpos volados se sostienen sobre unas ménsulas fingidas cuando una de las prestaciones de los forjados de hormigón armado consiste precisamente en la posibilidad de prolongase más allá del plano de fachada sin necesidad de esos elementos auxiliares.
En su imagen tiene una gran presencia la cubierta amansardada (con el faldón partido en un primer tramo muy inclinado de pizarra y otro trasero más tendido, de teja cerámica plana) y los torreones de las esquinas, rematados con tejadillos octogonales de pizarra perforados con ojos de buey y coronados con un casquete de zinc.
Las fachadas exhiben una proporción de hueco-macizo muy favorable al primero, consecuencia del sistema constructivo que libera a los cerramientos de cualquier otro cometido. Sin embargo, el aligeramiento que pudiera derivarse de este hecho queda neutralizado con una profusa carga decorativa de pilastras, cornisas. guirnaldas y otros motivos inspirados en el estilo Segundo Imperio.
La planta baja está revestida con mármol “negro Marquina” que el arquitecto conocería bien.
Híbrido o dubitativo son dos calificativos apropiados para definir el carácter de este edificio, por su apego a estilos arquitectónicos asociados con sistemas estructurales de muros de carga mientras que su constitución material se inscribe en un ámbito técnico innovador, muy diferente.
Bibliografía
E. ALGORRI GARCÍA; R. CAÑAS APARICIO; F. J. GONZÁLEZ PÉREZ: León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de Arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de León, León, 2000, pp. 158-159.