Introducción
El expediente administrativo, tramitado en el año 1940 refleja las penurias y preocupaciones asociadas a la reciente y traumática experiencia bélica. Así por ejemplo, a los controles normativos habituales se añade la verificación del cumplimiento de los respectivos decretos de “restricción del hierro” o de construcción de refugios.
Descripción y análisis
Como era frecuente entonces, este edificio se levantó inicialmente con baja y tres pisos para añadir otros dos, años más tarde.
La forma afilada del solar, de 336,59 m2 y casi 47 de desarrollo de fachada, facilita un aprovechamiento casi completo, salvo un pequeño patio de luces interior, con tres viviendas por planta encajadas en un esquema de dos crujías y escalera de tres tramos, situada en el centro de la parcela.
El programa funcional se divide en zona de servicio (cocina, despensa, retrete y una habitación) vertiendo al patio, y zona noble en la crujía de fachada, compuesta de baño y cuatro dependencias de superficie parecida, sin primar ninguna de ellas. Este principio se quiebra en la vivienda del chaflán que es totalmente exterior, consecuencia irremediable de la disposición en planta, con un comedor bastante más grande que tal vez venga a compensar la consiguiente carencia de un tendedero de ropa discreto.
La imagen del edificio ganó mucho con el realce de dos pisos y transmite una sensación de ligereza, gracias a los cuerpos en vuelo, el predominio del vano sobre el macizo y la grácil proporción de la fachada al chaflán. El empleo de ventanas con forma de arco en la planta superior aporta un afortunado contrapunto a la vez que dota al edificio de un rasgo propio que lo distingue, sin romper con los invariantes compositivos que caracterizan a muchos inmuebles coetáneos del Ensanche.
Las técnicas constructivas se ajustan también a las pautas del momento: muros de carga de ladrillo, forjados de vigueta “Castilla” y doble tablero plano de ladrillo hueco, estructura de cubierta de madera de chopo y revestimientos de fachada con enfoscado de mortero de cemento y estuco “a la catalana”.
Menos comunes son los faldones de pizarra, elección que, por atípica, se hace patente aunque probablemente se derivara de la configuración geométrica de la cubierta, con profusión de limas y ángulos agudos, de complicada resolución si se emplea la teja curva.