PASEO DE PAPALAGUINDA

Promotor/es: 
Ayuntamiento de León
Fecha del proyecto: 
1956
Constructor: 
Promoción de obras públicas y contratas SA
Presupuesto: 
5.692.788 ptas
Pº de Papalaguinda
PASEO DE PAPALAGUINDA
Vista cenital
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Introducción

Sin lugar a dudas, el Ensanche es la gran operación urbanística del siglo XX, que se remata en torno a 1975, y dentro de la misma destaca la configuración del frente fluvial del Bernesga que se ha constituido como la fachada oficial de la ciudad.
Morfológicamente se trata de una franja longitudinal de orientación N-S, ligeramente escorada hacia poniente, con una anchura que oscila entre 190 y 220 m, fruto de una remodelación absoluta del cauce del río, que los planos históricos retratan con un trazado sinuoso y extenso, mediante operaciones intensivas de encauzamiento y explanación.
Longitudinalmente se divide en dos tramos, San Marcos-Guzmán (675 m) y Guzmán-Plaza de Toros (1.070 m). Por el lado del Ensanche las direcciones no son exactamente coincidentes sino que convergen de tal modo que los frentes de fachada se ven respectivamente en ligero escorzo.
Transversalmente el espacio no es simétrico, con edificación compacta en la margen izquierda (centro urbano) y más esponjada en la derecha, sobre todo en el tramo meridional.
En el lado del Ensanche, el frente fluvial es un gran salón urbano, que se remata en sus extremos con sendos elementos significativos: al norte, San Marcos y el puente histórico, al sur, la Plaza de Toros, inaugurada el día de San Juan de 1948 y hoy convertida en no se sabe qué, con un sombrero impropio.
El salón urbano es un concepto de la Ilustración, el lugar de paseo en un entorno ajardinado y arbolado donde las clases privilegiadas acuden para “ver y ser visto”, y que en el siglo XX ha cambiado de carácter como consecuencia de la irrupción de la sociedad de masas y la paralela popularización del concepto de vida saludable.

Historia

El encauzamiento del Bernesga aguas abajo del puente de la Estación se inició en torno a 1945. Cinco años después se había llegado a la altura del edificio de la Facultad de Veterinaria (hoy Albéitar) para completarse en 1957, hasta la parcela cedida a la asociación recreativa Club Peñalba, más conocida como Casino.
Fue en esa fase inicial cuando se configuró la margen izquierda del río, correspondiente a la mitad meridional del Ensanche, en dos niveles con un talud ajardinado intermedio, donde se plantaron las coníferas que todavía subsisten.
En coincidencia cronológica, que no casual, se promovió una operación iniciada con un Plano de ordenación del sector Pº de la Lealtad - Corredera, suscrito en enero de 1955 por el arquitecto municipal Prudencio Barrenechea que planteaba la expansión urbana en el triángulo desde el barrio de San Claudio hasta el vértice.
El desarrollo de las obras de urbanización que acompañaron a la conformación definitiva de este tramo del frente fluvial de la ciudad testimonia la larga tradición del desbarajuste en la gestión de la obra pública, que todavía hoy tiene en España una vigencia mayor de la deseable.
Redactado el Proyecto de Explanación y Urbanización del Pº de la Lealtad por el ingeniero de caminos Pío Suárez Sánchez, y rechazado un recurso en contra del mismo, presentado por  Francisco Roa de la Vega por “ser innecesaria la obra (...) y la exageración de su costo”, en octubre de 1956 se adjudica el contrato mediante un concurso-subasta a la empresa barcelonesa Promoción de Obras Públicas y Contratas SA, con un plazo de ejecución de 6 meses, es decir, que debiera ejecutarse durante el invierno para estar acabada en abril de 1957, en una insensata  programación cronológica derivada del calendario y la velocidad de la gestión administrativa. Mal comienzo.
Según se firma el Acta de comprobación del replanteo comienzan los problemas con la empresa. De hecho, una semana después, el Pleno municipal adopta el siguiente acuerdo: “Expresar el disgusto que le produce el que las obras no se hayan comenzado pues no puede entenderse como tal que el que se encuentren trabajando en ellas cuatro o seis obreros. Que siendo notorio que para la realización de los trabajos de explanación no es necesaria cantidad alguna de cemento no tiene razonable explicación que las obras no hayan comenzado”.
En abril de 1957, el arquitecto municipal emite un informe estimando favorablemente la pretensión de la empresa de incrementar los precios contratados en un 25% respecto de los contratados, como consecuencia de un proceso inflacionario y en virtud de un Decreto que extiende a las corporaciones locales los “beneficios concedidos a la Administración del Estado en orden al reconocimiento de la elevación de precios en las unidades de construcción”.
Cuatro meses después, la contrata advierte por escrito que en mayo de 1957 no han comenzado  los trabajos de alcantarillado, electrificación y pavimentación porque el Ayuntamiento manifestó verbalmente la necesidad de un nuevo rebaje de tierras, fuera de proyecto, para rectificar las rasantes. También se queja de que no ha percibido las cantidades correspondientes a la revisión de precios de la primera anualidad.
Tras distintos avatares administrativos, en octubre de 1957, el Ayuntamiento y la empresa acuerdan una modificación del proyecto consistente en la realización de un nuevo desmonte para obtener una rasante única a un nuevo precio convenido por ambas partes, señalando como fecha de terminación el 23 de junio de 1958, que más tarde se pospone para el 1 de septiembre.
El importe de este gasto extra se consigna en dos mitades para los presupuestos de 1958 y 1959. Parecía que todo estaba resuelto cuando la contrata solicitó una prórroga de 1 año en la fecha de entrega, hasta el 1 de septiembre de 1959, aduciendo razones económicas de índole general, principalmente la restricción de créditos bancarios.
En octubre de 1958 el arquitecto municipal informa del estado de las obras, que no se han acabado, aunque, por pragmatismo defiende que no se rescinda el contrato porque esa medida resultaría más gravosa para el Ayuntamiento. Un mes después, respecto de una solicitud de prórroga, desaconseja la realización de algunos trabajos en época invernal.
El acta de recepción provisional se cumplimenta en tres fases, entre mayo y octubre de 1959 hasta llegar a septiembre, por fín, la obra se recibe de manera definitiva.

Descripción y análisis

Por orientación, longitud y arbolado, el Paseo de la Condesa es el lugar perfecto para el paseo vespertino. No ocurre lo mismo con Papalaguinda que tiene más de medio siglo de vida y sin embargo no acaba de cuajar como un espacio de esparcimiento al aire libre. Tal vez sea demasiado largo, aunque tampoco ayuda la celebración de un mercadillo de venta ambulante las mañanas de los domingos, justamente en el mejor momento para cumplir ese cometido, ni la ocupación de su extremo meridional por las instalaciones de una sociedad privada (el Casino de León) como una especie de reducto amurallado.
A la postre, la calzada inferior se ha convertido en el principal estacionamiento de vehículos disuasorio de la ciudad, justo en el borde del Ensanche, ejerciendo un papel muy benéfico por los flujos de tráfico intraurbano que ahorra. Sin embargo, la calzada superior no deja de ser una vía de circulación, hoy relativamente apaciguada, mientras que la gran acera y las franjas ajardinadas junto al río no reportan la prestación funcional que cabria esperar de una localización tan estratégica.

Bibliografía

S. TOMÉ FERNÁNDEZ: León, los ríos en el paisaje urbano, Universidad de Oviedo, Departamento de Geografía, Oviedo, 1997.