EDIFICIO Pº DE LANCIA nº 3

Arquitecto/s: 
Promotor/es: 
María, Luis y Gregorio Barrio Morán
Aparejador/es: 
Mariano González Flórez
Fecha del proyecto: 
1958
Presupuesto: 
1.800.000 ptas
Paseo de Lancia nº 3
EDIFICIO Pº DE LANCIA nº 3
Fachada

Introducción

En la segunda mitad de la década de los años 50, la arquitectura empieza a mirar en una nueva dirección. Tras quince años “de plomo”, marcados por una autarquía tétrica y asfixiante, el clasicismo neoimperial pierde la hegemonía en favor de estilos más desinhibidos que transmiten una impresión  optimista. Ya sean causa o efecto, nuevos materiales de acabado con colores vivos y texturas pulidas sustituyen al omnipresente y solemne revoco pétreo. Visto en perspectiva y aunque la homogeneidad sea un factor positivo para la calidad de la escena urbana, el cambio se agradece.
Participaron de esta tendencia bastantes de los arquitectos radicados en León, prueba de que la moda era expresión de una mutación profunda.

Descripción y análisis

Sobre una parcela de planta trapezoidal, 498 m2 y 31,5 m de fachada se erige este edifico de 7 plantas que la ocupa hasta el fondo con la ayuda de 5 patios de luces que posibilitan este exhaustivo aprovechamiento.
La planta se organiza en 4 crujías paratelas a la calle, con dos patios en la segunda y tres en la cuarta y última, dispuestos al tresbolillo, bajo un esquema aproximadamente simétrico para tres viviendas por planta servidas por una escalera ubicada en el eje.
El carácter híbrido del edificio, propio de un momento de cambios, se hace patente en los contrastes entre plantas y alzados. El programa funcional de las viviendas mantiene la continuidad con el pasado: largos pasillos engarzan seis habitaciones indiferenciadas, cocina, baño, aseo y despensa, siguiendo el modelo doméstico anterior a la irrupción del salón-comedor como estancia netamente más grande e importante que las demás.
Por su parte, la fachada apunta en otra dirección gracias a las ventanas en esquina, que aligeran visualmente los voladizos, el acabado de teselas vidriadas -conocido como “gresite”- de color verde y, sobre todo, el recurso a las terrazas, un elemento de dudosa utilidad funcional en el extremado clima leonés pero que cumple eficazmente otros propósitos compositivos en búsqueda de una estampa grácil. Cooperan también a ese objetivo las delicadas barandillas de finos perfiles de acero y las pérgolas que coronan las terrazas de la planta superior. Cromáticamente, dos vivos colores, complementarios entre sí -verde y rojo- se alternan en vertical mientras que el blanco unifica los elementos restantes, que son muchos y variados. Por una vez, las alteraciones posteriores han resultado beneficiosas pues indudablemente el edificio gana con las nuevas ventanas de aluminio lacado en blanco aunque choca que algún vecino no haya seguido la pauta general.
No obstante, el aire playero del edificio es en cierto modo improvisado -el proyecto preveía un acabado de los paramentos exteriores con revoco pétreo- a la par que estrictamente icónico pues la fachada mira exactamente al norte.
La ambigüedad también alcanza a los aspectos técnicos. La estructura portante es de muros de carga de fábrica de ladrillo, aunque combinados por soportes de hormigón armado, y forjados de viguetas “Castilla”. En la fachada se recurre a un aplacado cerámico imitando ladrillo a cara vista que constituye un signo característico de esa época. Las viviendas se calefactan individualmente con calderas de carbón, lo cual obligó a construir un pequeño sótano para albergar las inevitables carboneras sin que el trasiego de un combustible tan sucio disponga de una vía de comunicación independiente. Poco después, los sistemas centralizados acabaron por imponerse, descargando a los propietarios, y particularmente al personal de servicio, de tan laboriosa obligación.

Podcast

Hoy por hoy León (07.03.2019)