Introducción
La sede de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León es, con gran diferencia, el edificio administrativo más grande e imponente de la ciudad, con 23.660 m2 construidos de los cuales 18.825 m2 están sobre rasante.
En su momento costó aproximadamente 13 millones de euros (+IVA) que actualizados a 2025, según el IPC del INE, serían hoy 35 millones.
El edificio se promovió con dos objetivos: hacer patente la presencia de la comunidad autónoma en León y reunir todos sus servicios en un mismo edificio. El primero se consiguió plenamente, no así el segundo de manera completa.
Lo paradójico de esta gran inversión es que coincidió con el vaciado de competencias de las delegaciones territoriales y la consiguiente centralización que, con la disculpa de la simplificación administrativa, emprendió el primer gobierno del PP, presidido por el “paracaidista” José María Aznar (nada tenía que ver con Castilla o León), y que todavía hoy padecemos los ciudadanos de las provincias periféricas de la comunidad autónoma.
Historia
El proyecto fue redactado en 1989 por los arquitectos locales Felipe Moreno Mariño y Mariano Díez Sáenz de Miera, asociados específicamente para la ocasión, y se completó en 1992 con la adición de una planta por el lado de la fachada principal, más algunas modificaciones en varios sistemas de instalaciones y de la protección en caso de incendio.
La erección de edificio tan importante, cualitativa y cuantitativamente, en este lugar de la ciudad se enmarca en el desarrollo de Eras de Renueva, polígono de promoción pública que dormía el sueño de los justos, enredado en un marasmo judicial, desde los años 60 del siglo XX y que fue desbloqueado durante el mandato de Isabel Carrasco como Delegada Territorial. Algunos vieron en la parálisis de Eras de Renueva una maniobra de los propietarios de suelo en el entorno inmediato de la ciudad para impedir una oferta pública tan masiva que redujera el precio de un bien que ya no sería escaso.
Volviendo al proyecto, con la velocidad habitual, el Ayuntamiento de León concedió la licencia en marzo de 1992. Los informes técnicos incluidos en el expediente ponían de manifiesto que el número de plazas de garaje (62) que contenía el edificio era inferior a las prescritas en las ordenanzas del Plan Parcial del polígono. Por ese motivo y, es de suponer, también para atender a la demanda de estacionamiento que necesariamente iba a generarse, los mismos autores redactaron una anteproyecto de urbanización de la manzana, que planteaba la playa de aparcamiento en superficie que actualmente acompaña al edificio, aunque con una configuración menos desolada, pues se preveía un tupido arbolado que, aparte de dar sombra a los vehículos, convertiría toda esa explanada de asfalto en una antesala bastante más amable. Lamentablemente, el componente vegetal se perdió por el camino.
Descripción y análisis
Como primera y esencial decisión del proyecto, el edificio se emplazó al fondo de la parcela, en dirección E-O, liberando la explanada en el lado meridional, a la vez que la resguarda del norte. Esta elección implica que el edificio debe afrontar en solitario vistas muy lejanas (200 m desde la rotonda del Auditorio), que tienden a empequeñecerlo.
Sentada esa premisa de partida, el edificio se estructura mediante un esquema en H con cuatro alas -dos al este y dos al oeste-, conectadas por un espacio deambulatotio de planta curva. Entre cada pareja de alas se intercala un patio interno, cerrado con una cubierta traslúcida.
Los distintos niveles del núcleo central de circulación se asoman sobre un gran vestíbulo de 30 m de diámetro y 27 m de alto, aproximadamente.
En suma, nos encontramos ante un edificio que merece el calificativo de hinchado, pues contiene mucho aire en los dos patios de luces interiores y el vestíbulo. El volumen es mucho mayor del que corresponde a la superficie construida. Esta desproporción viene dictada por el emplazamiento del edificio que necesita parecer más grande de lo que realmente es, a consecuencia de su situación urbana, como fondo de un enorme espacio abierto emplazado en el nexo entre dos tramas muy diferentes: el Ensanche y el polígono de Eras.
Así pues, la sede de la Junta de Castilla y León tiene que responder a dos condicionantes que, en cierto modo, imponen una escala tendente a la monumentalidad: de una parte su ubicación estratégica y, de otra, la carga icónica como representación material de la comunidad autónoma.
Esta monumentalidad implica un grave inconveniente en el aspecto semántico, al menos tal como algunos entendemos el papel de la administración pública, pues, cuando el simple ciudadano traspasa el umbral de entrada, recibe inevitablemente el mensaje de su insignificancia frente al poderío institucional. En fín, que lo suyo es una nimiedad intrascendente condenada a la indiferencia.
Yendo al exterior, las dos fachadas largas, norte y sur, consisten básicamente en paños de vidrio oscuro (lo que se denomina muro-cortina, en mala traducción del inglés) con aditamentos en la parte inferior. Por su configuración, son herméticas, en el sentido de que no traslucen el número de plantas del edificio.
En la fachada sur, el cilindro del vestíbulo cumple otra función desde el punto de vista compositivo, como elemento que fragmenta y dota de un contrapunto vertical a un alzado de proporción apaisada y con una longitud muy considerable, de 145 m. Al cilindro le acompaña un baldaquino de hormigón desnudo que sobresale del volumen con el cometido de identificar el punto de acceso.
Los mencionados aditamentos consisten en una especie de columnatas revestidas con un aplacado de piedra (en su momento dio problemas de desprendimiento) que se superponen al plano de vidrio con una función exclusivamente ornamental, generando un zócalo que confiere cierto ritmo a los lienzos indiferenciados de vidrio.
A pesar de su tamaño, mucho menor, las fachadas cortas -este y oeste-, son mucho más complejas que las largas, por varios motivos: el avance desigual de las dos alas de cada lado, la ubicación de elementos singulares como escaleras de emergencia, la silueta curva de la cubierta de los patios de luces interiores o de la traza mucho más libre de la columnata inferior dada la inexistencia de un plano de fachada continuo.
Internamente, los acabados son de tipo estándar en usos terciarios. En la memoria del proyecto, sus autores apostaban por la funcionalidad en vez de la suntuosidad.
En posiciones discretas el edificio contiene numerosas dependencias técnicas pues las instalaciones juega un rol muy importante en esta clase de usos administrativos y públicos. También, en recinto propio, tres escaleras para la evacuación en caso de incendio pues hay que garantizar la evacuación rápida y segura de un gran número de ocupantes, bastantes de ellos aturdidos por el tráfago burocrático.