CASA DE AGUAS

Promotor/es: 
Aguas de León SA
Aparejador/es: 
Pedro Andrés Kiffer
Fecha del proyecto: 
1947
Gran Vía de San Marcos nº 15
CASA DE AGUAS
Fachada
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Introducción

En agosto de 1942 Manuel de Cárdenas redactó un proyecto inicial que fue denegado por el Ayuntamiento dado que la altura de cornisa prevista (25,30 m) superaba con creces el máximo de 20,0 m autorizado para las calles “de primer orden” por las ordenanzas urbanísticas vigentes.
Se abre entonces un impasse con alguna secuela como, por ejemplo, un informe del servicio municipal de Sanidad advirtiendo que en el solar hay ocho pozos, es de suponer que de cimentación, “llenos de agua estancada y maloliente que pueden ser un foco-origen (sic) de una epidemia de paludismo en esta Capital”.
Los tiras y aflojas se prolongaron hasta 1947 con el resultado previsible. El proyecto definitivo que finalmente se materializa con las bendiciones municipales, levanta 24,0 m sobre la rasante, e incluso el torreón central 3,5 más, convirtiendo en un hecho anecdótico la primitiva firmeza en la aplicación de la disciplina urbanística.

Descripción y análisis

La parcela tiene una forma atípica, de triángulo isósceles con la base, de 54,5 m de longitud, como línea de fachada y una altura de 27,5 m. En aquel momento estaba encajada entre dos conventos: las Carmelitas por el norte y las Agustinas Recoletas por el sur, que veinte años más tarde se trasladaron a la periferia en una lucrativa operación.
La disposición interna del edifico, muy condicionada por la forma afilada de los laterales, se organiza en cinco crujías paralelas a la fachada que totalizan un fondo de 19,0 m. En la central se sitúan la caja de escaleras y cuatro pequeños patios que junto con un quinto trasero -más grande- dan algo de luz natural y ventilación a las estancias interiores.
El programa funcional es mixto, de oficinas y viviendas que van entreverándose de modo diferente en los distintos niveles. Así, la entreplanta se dedica por completo a oficinas, las 5 plantas tipo albergan tres viviendas exteriores y oficinas vertiendo al patio trasero, esquema que se invierte en el ático. Como era habitual entonces, el sótano se dedica a usos complementarios de las instalaciones de calefacción, que son individuales.
Las viviendas se componen de seis estancias de tamaño parecido, entre 14 y 18 m2, cocina, despensa, baño y aseo. La distribución se organiza a lo largo de interminables y sinuosos pasillos, bajo la premisa básica de que las dependencias sirvientes se sitúan obligatoriamente en las zonas interiores liberando la crujía delantera para las principales estancias habitables.
La fachada responde fielmente a los cánones neoimperiales del franquismo de posguerra. Adusta, simétrica, rígidamente geométrica y articulada en la clásica división tripartita mediante la combinación de dos acabados: ladrillo a cara vista en el entablamento y revoco “a la catalana” en el zócalo -que incorpora también la planta principal de oficinas- y la coronación, decorada con una cornisa de perfil curvo y medallones entre los vanos de la planta superior. La axialidad se refuerza con un cuerpo central en voladizo que se prolonga hacia arriba en forma de torreón cubierto a cuatro aguas, presumiblemente,  porque la latitud de la calle, en desacuerdo con su pomposa denominación, no ofrece profundidad suficiente para la contemplación del volumen en su conjunto.
A un tono general tan lacónico se sobrepone la delicadeza en el diseño del hueco tipo con un recercado cuyo alfeizar se sostiene aparentemente sobre dos pequeñas ménsulas de ecos historicistas (sin ir muy lejos, basta un vistazo al Palacio de los Guzmanes) mientras que el dintel se acompaña de un poderoso arco plano de ladrillo.
No obstante, la severidad ofrece también sus ventajas como la conservación intacta de la imagen original del edificio pues un repertorio tan escueto no admite las alteraciones en forma de cierres de terrazas, etc., que tanto han degradado el panorama arquitectónico de la ciudad.

Podcast

Hoy por hoy León (15.11.2018)