DELEGACIÓN DE TRABAJO

Promotor/es: 
Obra Sindical del Hogar y Arquitectura
Fecha del proyecto: 
1974
Gran Vía de San Marcos nº 27
DELEGACIÓN DE TRABAJO
Fachada
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Introducción

Este edificio de denominación cambiante -Casa Sindical Provincial, INEM, Delegación de Trabajo- se levanta en el solar que ocupó el diario falangista “Proa”, luego “La Hora leonesa”, donde antes estuvo la Casa del Pueblo del sindicato UGT, en tiempos de la II República.
En un principio se planteaba la construcción en dos fases, la segunda como una prolongación de la fase 1ª (el edificio actual) mediante el derribo de la antigua Casa Sindical de cuyo solar se aprovecharía la franja colindante, con una longitud de 8,75 m, vendiéndose el resto. Sin embargo, esta operación no llegó a prosperar.
Sus autores pertenecían al gabinete técnico del organismo público promotor, llamado Obra Sindical del Hogar. A la dirección de la obra se incorporó Ramón Cañas Represa, pues en aquel momento la reglamentación del ejercicio profesional de la arquitectura obligaba la participación en esa fase de un arquitecto local.
Alfonso Valdés y Javier Vellés simultaneaban esta ocupación con la docencia como profesores no numerarios (PNN) en la cátedra de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, dirigida por Francisco J. Sáenz de Oiza, que era además el arquitecto madrileño más notable, sobre todo después de la construcción de la torre del Banco de Bilbao en el paseo de la Castellana, proyecto en el que Vellés tuvo una participación notable.
Por concepción y factura material, con toda seguridad éste es el primer edificio neta y completamente moderno que se erige en León, aunque esa vitola ha quedado oscurecida por la popularidad en el mundo de los arquitectos del edificio de Correos que Alejandro de la Sota proyectará siete años después.

Descripción y análisis

Con la pretensión de agrupar todas los servicios de la organización sindical franquista, sobre una parcela de forma irregular, 764 m2 y 31 m de fachada, se construyó este edificio, compuesto de dos sótanos, planta baja ocupando la totalidad del solar con un salón de actos al fondo para un aforo de 320 butacas, 7 niveles de uso administrativo y dos bajo la cubierta de un solo faldón e inclinación muy pronunciada.
La planta tipo se organiza de un modo claro y ordenado en tres crujías, con las dos laterales compartimentadas en salas y despachos, y la intermedia como espacio común, ocupado en el centro por un núcleo de aseos, mientras que en sus extremos se sitúan archivo y ascensores. Toda la distribución se rige por una estricta malla geométrica a partir de un módulo de 33 cm.
De la línea de fachada trasera sobresale la escalera cuyo rellano intermedio tiene una forma puntiaguda, adaptada a la traza de la linde de la parcela. Al otro lado, en la fachada principal se sitúa en cada planta una sala de reuniones que al exterior se hace patente en forma de un cuerpo en voladizo de esquinas redondeadas y dotado de un cerramiento singular, a base de piezas de vidrio moldeado.
Los tabiques de separación son de madera y confieren al interior un aspecto más acogedor que los habituales sistemas de compartimentación de oficinas, con la fortuna de que las inevitables reformas emprendidas hasta ahora han respetado razonablemente los acabados originales.
Las fachadas están compuestas sobre la base de la alternancia horizontal de franjas opacas y transparentes. Las opacas son de chapa plegada de aluminio anodizado en la fachada principal y de ladrillo en la trasera.
La planta baja se retranquea formando un soportal, solución funcionalmente algo forzada y que más bien resulta del moderno afán, muy acendrado en los arquitectos educados en la ortodoxia del llamado Movimiento Moderno, de aligerar los edificios llevando a un plano secundario su entronque con el suelo. No debía compartir este criterio el que ordenó en los años 80 la colocación de una absurda y fea verja que convierte el soportal en una especie de vacía jaula de leones.  Aunque a destiempo, su retirada sería una victoria para el decoro de lo público.
Visto desde el primer tramo de Gran Vía de San Marcos, el casetón del ascensor emerge sobre el frontispicio del edificio vecino que mira hacia la plaza Circular, con un efecto muy desafortunado. Tal vez para purgar esta lacra, el Ayuntamiento impuso una sanción administrativa a promotor, constructor y arquitectos en concepto de la infracción urbanística cometida por el suplemento de edificabilidad que suponía ese elemento. Con toda seguridad la penalización no compensó el daño infligido al paisaje urbano.

Bibliografía

E. ALGORRI GARCÍA; R. CAÑAS DEL RÍO; F. J. GONZÁLEZ PÉREZ: León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de arquitectura, Colegio Oficial de Arquitectos de León, León, 2000, pp. 172-173.

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Hoy por hoy León (08.03.2012)